miércoles, 9 de julio de 2014

8. Hogar, dulce hogar.

No muy lejos de la plaza, en el interior de un oscuro callejón situado entre dos casas de roca pudieron apreciar una puerta de madera, ligeramente corroída por el tiempo que había permanecido allí, y justamente en el centro de esta una enorme palabra escrita con pintura roja : Bruja.

Agatha miro está pintada con pena, no era difícil advertir que no era muy querida en Irsinia.

- Incultos, que sabrán ellos de brujas - una pequeña lágrima se escapó de la cárcel que intentaban ser sus ojos cayendo por sus mejillas - solo me gano la vida, no molesto a nadie - concluyó mientras abría la puerta y les invitaba a entrar.

Era una casa antigua, con candiles oxidados y muebles de madera, las paredes pintadas de un blanco ya descascarillado y en una esquina, la cocina, donde se encontraban todo tipo de cacharros acumulados y justamente al lado una chimenea y unos sofás de tela anaranjada, Agatha no parecía poseer mucho dinero, ni ser muy limpia. Una vez examinaron todos la primera planta esta les acompañó a la segunda, donde había cuatro habitaciones, tres de matrimonio y una con dos camas, eran acogedoras, con cortinas de estampados primaverales y unos tocadores acompañados de unos espejos viejos, y al final de esa segunda planta un pequeño baño sin encanto ni misterio.

Una vez Agatha finalizó la ruta por su casa se dirigió de nuevo a los tres jóvenes que seguían cotilleando su nuevo hogar.

- Sé que no es mucho, pero estaréis bien aquí -comentó humilde la anciana.

-Es suficiente- dijo Rena - Gracias por dejarnos quedarnos aquí - La adivina la dedicó media sonrisa y se dirigió a una de las habitaciones de matrimonio.

- Tú dormirás aquí jovencita, vosotros dos en la habitación con camas individuales - dijo señalando a Kit y Dennis - yo ahora me tengo que ir, no sea que me roben mi puesto.

Una vez la anciana se fue, los tres comenzaron a acomodarse en sus respectivas habitaciones, en las cuales había múltiples libros de brujería.

-Creo que la palabra escrita en su puerta no la define del todo mal - comentó la semidiosa mientras habría un libro de una de las estanterías y lo leía, tenía numerosos conjuros.

- A mí me da igual si es bruja o no, es buena persona, eso es lo que importa- la defendió Kit, que parecía haberla cogido cariño en el poco tiempo que se conocían - y nos está ayudando, participa en nuestra causa.

- Si, aunque ella aun no lo sabe - comentó Rena.

Denis permanecía callado, no parecía importarle mucho lo que fuese aquella mujer mientras su plato estuviese repleto de comida y su cama mullida durante aquellos días.

- Yo posiblemente sea mago, mi poder no es habitual en ningún  humano Rena, ¿acaso me odiaras por ser diferente?

-Yo soy diferente Kit, y sé que no hay que tener prejuicios, pero esa mujer controla la magia negra, no es ninguna maga, sino una bruja esa es la diferencia.

- He visto su aura, no está corroída por ese tipo de magia, no debe de utilizarla mucho.

Una voz anciana les interrumpió.

-No, no utilizo la magia negra a pesar de que mi poder es innato por miedo a que mi alma se pudra, no todas las brujas ni todos los magos negros, tenemos el aura corroída - Agatha parecía ofendida, había escuchado toda la conversación – Y mientras estemos en Irsinia ante vuestros ojos seguiré siendo una adivina, aquí no está muy bien vista la magia, no desde que hubo aquella plaga de violentos brujos hace unos años, ahora nos ven a todos con malos ojos, y por cierto, he venido porque se me olvido daros unos pequeños detalles, supuse que estabais hambrientos - dijo mientras sacaba unos bollitos de una cesta de mimbre. Rena se sentía avergonzada, no tenía ningún problema con Agatha, tan solo temía que aquello que iba a enseñar a Kit no fuese tan bueno como todos creían, tenía miedo de que dañaran a su amigo, pues a pesar de las peleas que estaban teniendo últimamente, ella le quería casi como a un hermano.

- Perdón, no quise molestarla- dijo la semidiosa intentando excusarse.

- Estas perdonada, pero la próxima vez procura tener la boca cerrada jovencita.

Avergonzada, Rena se metió en su habitación y tras todas las emociones que estaba sintiendo aquellos días, no le fue difícil quedarse dormida.

Una voz susurrante hizo que la semidiosa abriese sus ojos aquella tarde, debía de llevar horas durmiendo pues el sol parecía comenzar a esconderse.

- Rena, Rena - Era Dennis el que la hablaba, acompañado del aprendiz -Acaba de llegar Agatha de su puesto, dice que hay una revuelta en la plaza, deberíamos de ir, los caballeros oscuros no tardaran en llegar para erradicarla - una vez asimiló aquellas palabras comenzó a levantarse de la cama, tenían que darse prisa, alguien debía de proteger a toda esa gente cuando llegasen las marionetas de Arsen.

-Vamos, cogeremos los caballos para llegar antes, Agatha los dejó en el establo de detrás de la casa - los tres corrieron a por ellos y comenzaron a cabalgar hacía su destino.

Ali se encontraba en el centro de la plaza, sobre la fuente donde horas antes Rena y Dennis habían reposado, aunque ella ahora mismo hacía todo lo contrario, gritaba, y levantaba los brazos furiosa. Estaba dando un discurso que no dejaba indiferente a nadie.

- Hoy en día ya no temo la muerte, temo más la vida, pues es en ella donde el dolor te inunda y las lágrimas caen, es en ella donde la gente mata y muere, sufriendo el dolor que ambas cosas provocan. Hoy en día sé que no es solo doloroso ver tu sangre brotar, pues la sangre de los demás derramándose puede doler tanto como la tuya propia. Losé porque he perdido una hermana, los caballeros oscuros me la arrebataron una noche lluviosa donde los Dioses lloraban por ella encharcando toda esta ciudad, una ciudad llena de cobardes que no fueron capaces de revelarse y acudir en su ayuda al oír sus gritos de auxilio. Una pena que yo no la oyese gritar, pues preferiría haber acudido en su ayuda y dejarme la vida si hacía falta por salvar la suya. Tenía tan solo 15 años, no había vivido ni un tercio de su vida, ni un triste cuarto de esta. No había conocido el amor, ni los efectos secundarios que este provoca, no había visto la nieve, ni el mar, pero si había visto algo que no debía, vio a Arsen, si señores, mi hermana vio a ese repulsivo ser, y por ello los caballeros oscuros vinieron a buscarla y la mataron. Sé que Arsen nunca sale de su castillo, mi hermana también lo sabía y aquello despertaba su curiosidad, ¿Si es tan fuerte, por qué se esconde? me preguntaba, era casi tan temeraria como yo, y aquel día me superó, trepo a escondidas la muralla de su castillo y le vio, y algo debe esconder aquel monstruo, pues tras ser descubierta, vinieron a Irsinia a buscarla y la mataron. No te lo vas a creer hermana, el fuerte y poderoso Arsen no es como nos hacen creer me dijo, he de contarlo a todos, continuó, pero no la dio tiempo a explicarse, los asesinos la seguían y no dudaron en matarla. Es por esto que hoy os invito a dudar, a dudar de aquel que nos reina, de dudar de todo lo que hasta ahora nos han inculcado los caballeros oscuros y a vencer al miedo que estos os provocan, por qué, ¿y si nada es lo que parece? duden conmigo señores, del poder de Arsen y de nuestra supuesta debilidad, porque todos juntos somos fuertes, y más de lo que creen - Tenía los ojos llorosos, pero a pesar de esto se mostró firme al decir - REVOLUCIÓN - algunos ciudadanos conmovidos por sus palabras levantaron las manos en alto a su par mientras repetían aquella palabra con tanto significado, lo estaba consiguiendo el pueblo estaba reaccionando.

Rena había escuchado el discurso de aquella muchacha de ojos azules y pelo rubio, repleto de rizos que ni siquiera le llegaban a los hombros, los cuales así se veían más lustrosos y bellos resaltando su muy delgada figura, era una mujer preciosa, de tez clara y labios finos y rosados, y toda ella era la imagen de una revolucionaria cansada de acatar órdenes y sufrir dolor, y dispuesta a todo por lograr su objetivo, era un buen fichaje para su grupo.

Pero los pensamientos de Rena se evaporaron como el agua cuando en la plaza irrumpieron una docena de caballos negros con sus guerreros al lomo, encapuchados como siempre, desplegaban sus espadas, sembrando el terror. Pero Ali no parecía conocer aquel sentimiento, pues sacó un arco que había mantenido escondido tras su túnica blanco roto y de un flechazo, hirió a uno de los caballeros en el hombro, haciendo que este cállese al suelo, no tardo apenas unos segundos en cargar su segunda flecha, asentándosela a otro, esta vez en el corazón. Los ciudadanos por su parte corrían asustados, sin saber bien ni donde esconderse ni a donde ir, el pánico no les dejaba pensar y la sangre de muchos de ellos comenzó a ser derramada.

Entonces Rena y su compañero Denis intervinieron en la batalla, desplegando sus espadas mientras Kit, desde uno de los callejones intentaba crear barreras de energía para aquellos que lo necesitaban.

El gladiador luchaba como una fiera, era el mejor en la batalla, se movía veloz y ágil, y todos parecían temerle pues su aspecto era el de un sanguinario. Rena mientras tanto se abría camino hacía la revolucionaria, la cual ahora se encontraba prisionera en los brazos de dos caballeros oscuros que parecían querer darla su merecido.

- SOLTARME CAPULLOS, SOLTARME - Ali se agitaba como una loca, pataleaba y les arañaba la cara. Entonces vio como una espada atravesaba la espalda de uno de ellos, cayendo inerte al suelo, y tras él, su asesina, una mujer de tez pálida y ojos negros, terriblemente expresivos, labios rojizos y carnosos y un cabello negro que se agitaba con el viento como si fuesen las alas de un cuervo al volar, era una mujer espectacular, de curvas pronunciadas

- Suéltala - sonaba casi como una orden.

-¿O si no qué? - preguntó el caballero oscuro que mantenía presa por el cuello a la muchacha rubia.

- No tengo tiempo para tonterías - dijo Rena aparentemente tranquila, mientras volvía a mover su espada, rotando con ella hasta llegar a el costal izquierdo del caballero, hincándosela entre las costillas y haciendo que este soltase a la muchacha, mientras gruñía por el dolor.

-Sígueme, son demasiados - dijo Rena mientras corría hacia una de las calles donde Denis y Kit ya la esperaban para partir hacía la casa de Agatha. La rubia no dudo en correr tras ella, no sin antes asentarle una patada en los huevos al caballero herido.

Una vez se juntaron, montaron a su nueva compañera en uno de sus caballos y partieron.

Se encontraban de nuevo en la casa de Agatha, tapados con mantas por el frío. No paraba de llover e incluso se oía tronar. Acababan de presentarse, y Rena ya había contado su historia a su nueva compañera, invitándola a formar parte del grupo.

- ¿Qué si me uno? ¡PUES CLARO QUE ME UNO! - Dijo la joven levantándose de la silla de un salto, era una muchacha muy energética - nada me haría más feliz que ver a Arsen muerto.

- Nos dejaremos la vida si hace falta por verlo - dijo Denis, que sentía aún más rencor contra Arsen del que Ali sentía.

- Me alegra que estés con nosotros Ali - dijo Kit satisfecho con el nuevo fichaje del grupo.

Acurrucados bajo las mantas charlaron sobre cómo habían llegado hasta allí, como les fue el camino y todo aquello sobre lo que debían hablar para poder llegar a conocerse bien. Rompiendo a reír en ocasiones y a llorar en otras estrecharon relaciones.

 

Bastian se encontraba tirado en el suelo tras unos barriles de vino en la plaza de Irsinia, una flecha le había atravesado el hombro y tirado de su caballo, estaba ensangrentado y empapado por la lluvia que no cesaba. Y no sabía como volver a su cuartel, pues todos se habían ido y nadie parecía haberse acordado de él, ahora no podía permitir que nadie le viera, ya que tal vez algún ciudadano, aprovechando que estaba herido, tratase de matarle por venganza, una muerte que tal vez mereciese.

Intentó levantarse como pudo, había visto huir a Rena y sus amigos por una de las calles, debía de encontrarla. Y no le sería difícil pues su espada chorreaba sangre y había dejado un caminito por una de las calles. Andaba torpemente mientras intentaba detener la hemorragia del hombro con las manos, sin conseguirlo, pues el agua le humedecía la herida.

Intentó acelerar el paso, pues la hilera de sangre comenzaba a desaparecer a causa de la lluvia, entonces llegó al callejón donde finalizaba el rastro. Ante él tenía una puerta de madera garabateada y con las pocas fuerzas que le quedaban la golpeó cayendo seguidamente al suelo de rodillas.

 

Unos golpes en la puerta hicieron que la charla que estaban manteniendo los cuatro jóvenes parase. Rena miró hacía la puerta preguntándose quien podría ser a esas horas, estaba anocheciendo y la tormenta mantenía a la gente en sus casas, era extraño recibir una visita en ese momento. Aún así, cogiendo su espada extrañada, se acercó a la puerta, abriéndola de golpe y sobresaltándose al ver un cuerpo caer contra el suelo.

- Denis corre ayúdame...- grito mientras apartaba la túnica al muchacho que permanecía tirado en el suelo, viendo como unos cabellos rubios asomaban, entonces le dio un vuelco al corazón -ES BASTIAN - exclamó con los ojos llorosos, estaba asustada.

Denis corrió hacia él levantándole del suelo y cerrando la puerta, le subieron a la segunda planta y le tendieron sobre la cama de Rena, la cual no paraba de llorar y rezar a los Dioses por la vida de su ‘’amigo’’.

Kit mientras tanto permanecía en una esquina, destrozado y no precisamente por ver a Bastian en esas condiciones, sino por ver a su mejor amiga llorando desconsolada por aquel hombre.

- Agatha rápido, la herida tiene mala pinta- dijo Denis mientras se la examinaba y la tapaba con paños mientras la bruja buscaba unas hiervas curanderas.

- Lo siento, he sido yo, no sabía que era vuestro amigo - dijo Ali lamentando a ver dañado a aquel joven, ¿pero cómo podría a ver sabido ella que aquel grupo de rebeldes tenía un amigo dentro del ejército oscuro?

- No te preocupes, tú no tienes la culpa -contesto Denis sin parar de secar la herida.

Agatha subió todo lo rápido que su avanzada edad le permitía subir las escaleras. Llevaba las manos llenas de hiervas, un mortero y un vaso con apenas agua donde seguramente haría la mezcla, una vez llegó a la habitación comenzó a machacar las hojas en el mortero, mezclándolas luego en el vaso y removiéndolas, haciendo que el mejunje tuviese la textura de un puré y luego lo aplico en la herida de Bastian, que a pesar de estar inconsciente por la pérdida de sangre, pareció removerse de dolor. Luego vendaron la herida y se fueron de la habitación dejando a Rena a solas con él.

- Tranquilo, Agatha dice que te recuperarás - dijo la semidiosa mientras se tumbaba en la cama y le tapaba con una manta para luego acurrucarse junto a él.

Bastian no la escuchaba, y permanecía con los ojos cerrados y bocarriba, mientras su pelo húmedo encharcaba la almohada. Y así pasaron las horas bajo la mirada atenta de Rena, que no conseguía conciliar el sueño hasta que este abrió los ojos con aparente desgana. En un lento parpadeo que hizo que sus pestañas parecieran las alas de una mariposa justo antes de emprender el vuelo.

- Veo que no me equivoque de puerta - bromeó, aunque su voz aún era apenas un susurro. La semidiosa se acercó más a él para acariciarle el pelo.

- Me tenías preocupada, cuando te vi caer al suelo encharcado en sangre y pálido...

- Tranquila eso ya pasó, ahora ya me encuentro mejor - dijo interrumpiéndola mientras la dedicaba una sonrisa forzada - tengo a la mejor enfermera de todo Teirak.

- Me alegro de que estés lo suficientemente bien como para bromear - comentó la semidiosa sonriente.

-No es broma, eres la mejor, por lo menos para mí.

Bastian intento incorporarse de la cama, pero el dolor hizo que cállese de nuevo en ella con un gruñido. Se sentía como si una manada de gigantes le hubiera pisoteado, pero tal vez el dolor mereciese la pena si eso le permitía estar con la muchacha de cabellos oscuros.

- Agatha cree que será mejor que reposes aquí unos días, hasta que recuperes la movilidad en el brazo – explicó ella.

-No puedo, Arsen notará mi ausencia, y pensará que le he traicionado, sobre todo cuando se enteré que no te maté aquella madrugada...- los recuerdos de aquella mañana en la laguna acudieron a su mente, aun no podía creer lo que pasó entre ellos. Una nube de calor recorrió todo su cuerpo.

-Pues no vuelvas con él, así no podrá decirte nada, nosotros te cuidaremos hasta que te recuperes- le rogó la semidiosa mientras se medio tumbaba encima suya - por favor, si vuelves, aprovechará que estas débil para matarte.

-Losé, pero me es tan difícil no volver, desconozco otra vida que no se hallé dentro del ejército oscuro.

- Existe otra vida, una vida conmigo - ante estas palabras Bastian hizo el esfuerzo de mover uno de sus brazos para atraer el rostro de Rena hacía él y besarla agradecido. Aquellas palabras eran exactamente lo que necesitaba en aquel momento, eran el empujón que le liberaba de Arsen.

-De acuerdo, me quedaré aquí, tal vez incluso tenga suerte y me tomen por muerto - la semidiosa sonrió complacida por la respuesta.

-Te esconderás aquí y nadie sabrá de tu existencia – prometió.

Ambos sonrieron y se fundieron de nuevo en un profundo beso, mientras la lluvia seguía encharcando los tejados de Irsinia.

 

El mago movía las manos sin parar recitando conjuros, como siempre hacía, mientras los caballeros oscuros entraban en la sala y se sentaban en sus respectivos asientos.

Una vez estuvieron todos notaron dos ausencias, las sillas principales estaban vacías, ni Bastian ni Otis se encontraban en la sala.

Y una vez la voz de Arsen inundo esta, él también cayó en la cuenta de la desaparición de sus dos guerreros preferidos.

- Y bien, Otis, Bastian ¿os desasisteis de los rebeldes?- Nadie contestó al siseo de Arsen y uno de los caballeros tuvo que interrumpir el silencio.

- No están señor, Otis desapareció hace un día, no sabemos dónde está, creemos que los rebeldes lo mataron...y respecto a Bastian le perdimos la pista en la batalla de Irsinia...

- Yo le vi caer del caballo, herido, amo, pero después le perdí entre la multitud...es de suponer que esta... muerto.

Arsen permaneció en silencio antes de dedicar unas frías palabras a los supuestos fallecidos.

- Una pena, ahora tendré que gastar el tiempo en pensar quien será el nuevo líder y sublíder del ejército, como si no tuviese cosas mejores que hacer.

Se mantuvo de nuevo en silencio, pensando cuales iban a ser los dos nombres que iba a pronunciar, y cuando los supo, hizo retumbar su voz en la sala.

Owen será el nuevo líder - exclamó, mientras el muchacho que se dio por aludido, de pelo negro y ojos grises se ponía en pie y ocupaba el lugar donde días antes se sentaba Bastian - y Noé sublíder.

Otro joven esta vez de pelo rubio casi blanco y ojos negros se incorporó y se acomodó en el antiguo lugar de Otis.

Ambos aparentemente satisfechos, agradecieron a Arsen su elección.

- El placer de seleccionaros es mío, y respecto a los rebeldes, si os los volvéis a encontrar...aniquilarlos.

Tras estas palabras la voz de Arsen desapareció al igual que el recuerdo de Bastian y Otis.

 

El sol iluminaba Irsinia, la lluvia ya había cesado y los ciudadanos comenzaban a salir a la calle para intentar retomar sus vidas tragándose el miedo que la masacre del día anterior les causaba. Pero no podían permitirse quedarse refugiados en sus casas eternamente, tenían que seguir con sus vidas si querían llegar a fin de mes y poder alimentar las bocas de sus múltiples hijos. Por esta razón el mercadillo volvía a estar plagado de gente como el día anterior y los agricultores volvían a cultivar sus tierras, mientras que Kit y Denis paseaban por las calles de aquella soleada ciudad.

- ¿Qué te parece la nueva? -  pregunto Kit irrumpiendo el silencio que mantenían.

- Guapa, y esta buena - concluyo el gladiador sin inmutarse, Denis siempre se fijaba en esas cosas, e incluso en ocasiones era en lo único que parecía fijarse.

-Por los Dioses, ¡me refería como persona! - exclamó el aprendiz a monje entre risas.

- Pues igual de guapa e igual de buena - El joven de ojos esmeraldas volvió a reír, Denis no estaba siendo muy profundo.

-Cuando se trata de mujeres, nunca piensas con la cabeza - bromeó de nuevo Kit, aunque la respuesta le quitó las ganas de hacerlo.

- Cuando se trata de Rena tú tampoco piensas nunca con la cabeza y eso hará que tu obsesión por ella destroce vuestra amistad.

Kit sintió un ligero tembleque en las piernas, al oír esas palabras de su compañero, no podía creerlo, sus sentimientos habían sido descubiertos.

- ¿Tan evidente es que me gusta Rena? – preguntó intentando fingir tranquilidad.

- Tan evidente como que te equivocaste de camino cuando elegiste ser monje- Denis sonreía pícaro, intentaba quitarle hierro al asunto.

- ¡Pues sí que debe de ser evidente! - dijo Kit, intentando relajarse, jamás había hablado de amor con nadie.

-Y dime, ¿cuándo piensas decírselo? – el gladiador parecía tener mucha curiosidad por el asunto.

-No pienso hacerlo, ella ahora está enamorada de Bastian, es demasiado tarde- Tenía los ojos humedecido por la impotencia que sentía, amaba a Rena y a pesar de ello y del dolor que el amor no correspondido provoca, tenía que seguir viendo como ella se acurrucaba junto a él en la cama.

- Nunca pensaste hacerlo, por eso la perdiste Kit, no tuviste el valor de mostrarle tus sentimientos y ella acabó en brazos de otro, pero nunca es tarde para cambiar las cosas - A Denis le dolía ser tan duro, pero tenía la necesidad de despertar a su amigo, hacerle abrir los ojos y ver, que nunca es tarde para cambiar- sé que no existen las maquinas del tiempo, pero hay algo más eficaz que una de ellas, algo que hace cambiar a las personas, que te puede hacer retroceder, cambiar tu vida, estoy hablando de las palabras, de esas que pueden provocar odios y amores, esas palabras que remueven sentimientos enterrados a miles de kilómetros bajo tierra, haciéndoles brotar y salir a la superficie - Kit permanecía en silencio, escuchándole atentamente, dejándose emocionar por las palabras de su amigo.

- ¿Y qué intentas decirme con esto? - preguntó confundido.

- Que nunca es tarde para decir te quiero.

Las palabras de Denis atravesaron el corazón del aprendiz, haciéndole llorar. Llevaba tanto tiempo ocultando sus sentimientos, que aquellas palabras fueron un respiro de aire fresco para él, que se sentía ahogado en un mar de incomprensión y soledad. El gladiador se acercó y le abrazó. Y en este abrazó permanecieron hasta que las lágrimas de Kit dejaron de brotar.

 

Después de la charla que Rena había mantenido con Bastian, ambos habían decidido seguir durmiendo, el caballero oscuro necesitaba descansar el doble si quería estar en perfecto estado, y Rena se encontraba agotada tras la batalla del día anterior.

Era la primera vez que descansaba con Bastian, y no pudo resistirse a admirarle mientras él dormía. Tenía los cabellos plateados, relucientes como el sol, y su cara que solía estar en constante tensión, se relajaba por completo, como cuando un océano furioso tras una larga tormenta arropa la calma. Ojalá fuese siempre así, pensó, dulce y amable, pero sin embargo, solo lo era con ella y al fin y al cabo tendría que acostumbrarse a ello. Mientras le contemplaba notó como sus propios parpados le comenzaban a pesar, y como poco a poco estos se cerraban y finalmente caía dormida sobre la almohada, con su rostro apuntando hacía el de Bastian, notando su respiración en su boca y el calor de su mano sobre su pierna.

Durmió como nunca antes lo había hecho desde que llegó a Teirak, con una total inconsciencia. Hasta que una voz pareció resonar en su cabeza, al principio creyó que era Bastian, dándola los buenos días, pero inmediatamente después, se dio cuenta de que se trataba de una voz de mujer, una voz muy familiar, la de la Diosa Nell.

<< No te trajimos a este mundo para que descansaras, ni para que catases el amor Rena>>

Al principio pensó que se trataba de un sueño, tal vez incluso de una pesadilla, pero según la voz de la Diosa se deslizaba por su mente, se dio cuenta de que no se trataba de ninguna de las dos opciones.

<< El tiempo pasa cada vez más rápido, y como no llegues a Arsen antes de tres días, la asfixia, llegará a Teirak, provocando la muerte conjunta de todo lo que habite este mundo>>… << y he aquí, una pequeña muestra>>

El silenció se hizo en su cabeza, e ingenua, pensando que Nell ya había terminado, se dispuso a continuar durmiendo.

Cuando de repente, notó que se ahogaba, como dejaba de fluir oxígeno a los pulmones, por una obstrucción en la garganta o tráquea, habitualmente dada por fallos en la deglución de sólidos, esta vez provocada por un Nell furiosa y cansada. Rena abrió los ojos de golpe casi saliéndosele de las orbitas por el miedo a morir ahí mismo, al lado de Bastian, dejándole solo, justo cuando todos le daban la espalda. Se llevó las manos a la tráquea, esforzándose por respirar, intentando desasirse de la presión que sentía en el pecho, justo en la zona en la que se encontraba el corazón, un corazón al que cada vez le llegaba menos oxígeno, y que quedó deserto de este, cuando la semidiosa malgastó el poco que le quedaba en un terrorífico grito.

Ali y Agatha que se encontraban preparando la comida en la cocina, se sobresaltaron, dejando caer algunas cacerolas al suelo, mientras que Kit, sus ojos aparentemente llorosos y Dennis, que acababan de llegar de dar una vuelta por el pueblo se levantaban de golpe de las sillas de madera en las que se encontraban sentados.

 

Bastian oyó resonar el grito de Rena en su cabeza, y se incorporó de golpe como pudo, gruñendo de dolor, y vio a la joven de cabellos oscuros, retorcerse en la cama, con el rostro colorado y las venas como si estuviesen a punto de estallar, el terror que le causó perder a Rena se apoderó de él, impidiéndole reaccionar, mientras se quedaba… ¿temblando? Por muy sorprendente que le pareciese eso era lo que hacía, mientras que gritaba su nombre, como si con el simple echo de nombrarla pudiese salvarle la vida, pero no era así.

Se acercó un poco más a ella, cogiéndola como pudo de los hombros y balanceándola.

<< Por favor, ya sé que nunca he sido un ejemplo como persona, ni muy seguidor de los Dioses, también se que no os debo nada y vosotros no me debéis nada a mí, pero si tan generosos sois como aquellos que creen en vosotros dicen, salvarle la vida, os lo ruego, salvarle la vida>>

Jamás había rogado nada a nadie, ni si quiera por su propia vida, y hoy lo hacía por aquella mujer de ojos negros.

Dennis entró de golpe en la habitación, hecho una furia, como un perro de caza justo antes de ser soltado tras un conejo, se quedó observando la situación. Rena muriendo de asfixia, y Bastian amarrándola y balanceándola como si fuese un muñeco. Kit y los demás se encontraban detrás de él, aparentemente asustados, mientras que el gladiador, con sus 92 kilos de peso se abalanzaba sobre Bastian, creyendo que él era el único culpable de aquello. Le balanceó en el aire como si el muchacho fuese una pluma, haciéndole gemir por culpa del dolor que sentía en el hombro, intentaba asentarle un puñetazo con el brazo ileso, pero le resultaba difícil pues Denis, que en aquel momento parecía fuera de sí, se lo amarraba. Luego le empotró contra una de las pareces, justamente por la zona donde se encontraba el hombro herido, haciendo que el caballero oscuro aullase, y más tarde le golpease el pecho con la rodilla, haciendo que el pelirojo se alejase, para más tarde asentarle una patada en el mismo lugar con las pocas fuerzas que tenía alejándole aún más de él, acto seguido, Bastian dejó que su cuerpo se deslizase por la pared hasta caer al suelo dolorido por el esfuerzo, con sus cabellos rubios tapándole la visión, empapados de sudor. Tenía un aspecto enfermizo.

-          Basta ya – exclamó Kit, que sabía perfectamente cual era la prioridad en aquel momento. Se acercó a Rena que parecía que de repente recuperaba el color de su piel y empezaba a respirar con normalidad. Le acarició la frente aliviado, dando la gracia a los Dioses. La semidiosa se incorporó torpemente, intentando volver a controlar su respiración. Y dirigió su mirada a Denis que parecía volver a recuperar también algo, el control de sí mismo.

-          Como esto haya sido cosa tuya… - dijo amenazante hacía el ovillo, que en ese momento era Bastian. Este no respondió, tan solo se dignó a negar con la cabeza, su tez parecía amarillenta, y hasta ese simple movimiento parecía costoso para él.

Rena se levantó de golpe de la cama, corriendo hacía el muchacho que se encontraba en el suelo, sin comprender como Denis podía haberle atacado de aquella manera, sin ni siquiera preguntar primero. En ocasiones su amigo era un cazurro. Se arrodillo al lado de Bastian acariciándole los cabellos mojados y finalmente tocándole la frente sudorosa, que parecía estar muy por encima de su temperatura normal.

-          Tiene fiebre – informó Rena con cara de preocupación, para luego atacar a sus compañeros – para todos aquellos que desconfiáis de él…

La semidiosa fue interrumpida por Kit que no paraba de dar gracias a los Dioses por haber salvado a su amiga. Una vez que este cayó al darse cuenta que ella le miraba enfurecida, Rena continuó con sus palabras.

-          Esto no ha tenido nada que ver con Bastian, él solo trataba de ayudarme – hizo una pausa y dirigió sus ojos negros a los esmeraldas de Kit – Son aquellos a los que tú tanto agradeces, los causantes de esta asfixia que me podía haber llevado a la muerte- Kit pareció palidecer ante aquellas palabras – y esto es lo que nos espera a todos si no llegamos a Arsen antes de tres días.

Todos palidecieron el doble de lo que anteriormente lo habían hecho, mirándose entre sí, asustados, debían de salvar Teirak y cada vez quedaba menos tiempo. Fue Agatha la que rompió el silencio.

-          ¿Y pensáis enfrentaros a Arsen y su ejército solo vosotros 4? – la verdad es que podían no ser suficientes, pero aquello era mejor que nada y al fin de al cabo no eran muchachos normales, eran guerreros experimentados en su gran mayoría, y algunos tenían dones especiales.

-          Es lo que hay – concluyó Rena – pero tenemos algo que ellos no tienen, magia- Kit la miró boquiabierto al darse cuenta de que se refería a él- Practicarás hoy y mañana todo lo que puedas, aprenderás al máximo de Agatha, debes de demostrar de que pasta estas hecho en la batalla. Eres especial, demuéstraselo al mundo.

Kit asintió con la cabeza, no la decepcionaría. Si hacía falta no dormiría aquella noche practicando como crear barreras para así proteger a sus amigos de todo aquel que quisiera dañarlos. Y al pensar en eso, no pudo evitar que su cabeza imaginase como él protegería a Rena, como el héroe que nunca había sido, como si ella fuese la damisela en peligro que no era.

-          Tú, Ali, deberás practicar con tu arco, aunque dudo que te haga falta – se acercó a uno de los cajones que había en el armario de la habitación donde un día atrás había descubierto mientras cotilleaba que había un mapa de teirak, lo sacó, extendiéndolo sobre la cama, e indicando que se sentasen a su alrededor. Incluido Bastian que ya se había incorporado penosamente del suelo y se medio tumbaba sobre el colchón. No tenía pensado participar, se lo impedía esa odiosa nobleza que tenía hacía Arsen, pero les ayudaría y les facilitaría toda la información que necesitasen con tal de sentir que Rena estaba un poco menos en peligro.

Rena señaló el lugar donde se encontraba el castillo de Arsen sobre el mapa, ante los atentos ojos de sus amigos, para luego trazar su plan – La zona que rodea el castillo es un bosque frondoso, tú te situarás en la zona que esta frente a la puerta principal, en la cima del árbol más frondoso que veas, primero eliminarás a los guardias que se encontraran en ambas torres principales, para impedirles que seas localizada más tarde, ya que tu vigilarás la entrada, mientras tanto, Kit, Denis y yo nos colocaremos cada uno a un lateral del castillo, para luego escalar la pequeña muralla y llegar a los torreones, una vez allí, seremos aún más discretos, hasta llegar hasta los aposentos de Arsen y asesinarlo.

-          Supongo que ahí es donde entro en acción yo – interrumpió Bastian con la voz muy ronca, no parecía estar muy bien en aquel momento. Rena asintió con una sonrisa, animándole a continuar – pues bien- dijo dándole la vuelta al mapa y cogiendo un lápiz de la mesilla de noche, para poder dibujar. Plasmó a la perfección el interior del castillo indicando que era cada lugar por el que tendrían que pasar, y finalmente señalando donde se encontraban los aposentos de Arsen, de los cuales él nunca salía. Perfeccionaron sus planes gracias a la información del caballero oscuro.

-          ¿Y yo que haré con vosotros dos dentro de esa cárcel de piedra? – preguntó Kit.

-          Nos protegerás con tus barreras, al igual que nosotros te protegeremos a ti, así tendremos más posibilidades de sobrevivir.

Todos parecieron conformes con el plan, y abandonaron la habitación dispuestos a entrenar todo lo que pudiesen aquellos dos días que les quedaban, debían de estar preparados para el enfrentamiento. No podían fallar, había demasiado en juego. Demasiadas vidas, demasiados inocentes.

-          Siento no poder hacer más por vosotros – dijo Bastian mientras que se tumbaba de nuevo en la cama ahora que esta estaba vacía. Él y la semidiosa se habían quedado de nuevo solos en la habitación.

-          Sí que podrías hacer algo más, dentro de poco tu hombro estará curado, no es una herida demasiado profunda, sé que te pido demasiado, pero todo sería más fácil si tú nos guiases por el interior del castillo. Ese lugar parece un laberinto – Rena sabía que aquello era demasiado para Bastian, temía a Arsen más que a nada, pero tenía que intentarlo. El caballero oscuro que tenía los ojos cerrados, los abrió para mirarla con cara cenicienta, y la mirada helada, e inexpresiva, tal y como la había tenido el día en el que le conoció.

-          Si, la verdad es que si, pides demasiado.

-          ¿Y bien?

-          Estas siendo egoísta Rena, puede que no sea muy expresivo, pero sabes perfectamente que pienso respecto a eso. Me tienes contra la espada y la pared y te aprovechas de ello.

-          ¿Egoísta? Egoísta es no ayudarme a salvar la vida de tanta gente solo por miedo a un hombre al cual no le has visto ni la cara en tu vida – Bastian se incorporó, acercando tanto como pudo su rostro al suyo, prácticamente estaban tan cerca que respiraban uno el oxígeno del otro.

-          ¿Es así como me ves? – tenía el rostro desencajado – puede que halla sido en mi vida desconsiderado y egoísta con muchas personas, pero no consideró que tu hallas sido una de ellas. Te he ayudado a pesar de estar levantándome contra mi ejército cada vez que lo hago, te he salvado la vida tantas veces como he podido, sin recibir nada a cambio, todo por esos malditos ojos negros, que me robaron el poco corazón que me quedaba aquel día bajo la torre. No te conocía y a pesar de ello sabía que si te pasaba algo me moriría por dentro – Rena se arrepintió de sus palabras.

-          Lo siento… estoy nerviosa por lo que pueda pasar, no puedo fracasar Bastian, no puedo – La semidiosa agachó la cabeza dejando que sus cabellos resbalasen tapándola la cara, entonces el caballero oscuro se acercó y se los aparto del rostro, distraídamente.

-          No lo estés, no fracasarás Rena – la miró fijamente, en silencio, admirándola, para finalmente decir – Tú nunca fracasas – La joven sonrió ante aquellas palabras y se inclinó hacia él para besarle los labios con dulzura, Bastian respondió al suave beso de Rena, mientras acariciaba sus mejillas rosadas y luego se apartaba para pasar su dedo pulgar sobre sus labios rojizos. Ahora le miraba la boca pensativo, como si fuese a hallar la respuesta a un misterio en sus labios – Lo haré – sus palabras fueron un susurro que Rena apenas pudo oír.

-          ¿Qué?

-          Que lucharé contigo.
 - ¿¿Qué?? – Rena esta vez sí había escuchado sus palabras, pero aun no podía creerlas. Bastian enarcó una ceja, preguntándose si la semidiosa padecía sordera. Pero entonces ella se abalanzó sobre el besándole por toda la cara. El muchacho apenas acostumbrado a esos mimos rebosantes de amor, al principio trato de desasirse de ella, pero unos segundos más tarde, la acercó más contra él, para responder a cada uno de sus besos y caricias, y terminar acostados en la cama, de una forma mucho más dulce y romántica, de lo que lo había sido la primera. Bastian se sorprendió de sí mismo, de cómo un diablo como él podía amar tan fuerte y hacer el amor tan suave.