viernes, 15 de agosto de 2014

13. Cambios.

Y aquí comienza la segunda parte de la novela: Teirak, un mundo sin aire.
 
 
Kit andaba por los alrededores del Coliseo de Gladior, había oído hablar a dos brujos por el camino de la existencia de un mesón donde poder relajarse sin sentirse diferente. El joven de ojos esmeraldas estaba pasando por una dura transición y lo hacía el solo, sin la ayuda de aquellos a los que alguna vez había llamado amigos, aunque sabía que ellos no eran los culpables de aquella soledad, pues había sido él quien había mentido diciendo que Arsen no le había dañado demasiado aquel día, que tan solo le golpeó lanzándole varios objetos. Sus amigos habían creído sus palabras, tal y como él esperaba. Es lo mejor, no quiero que vean este deterioro, pensó. Aunque en ocasiones se arrepentía de haberlo hecho, pero si tenía que convertirse en un ser odioso como lo había sido Arsen prefería que sus amigos no lo viesen y que el ultimo recuerdo que tuvieran de él, fuera el de aquellos meses vividos con ellos, luchando codo con codo. Quería que se quedasen con el recuerdo de aquel joven que sería capaz de dar la vida por cada uno de ellos, un joven que ya a penas existía.

Se miró las manos consternado, estaban palideciendo, y tal vez algún día fueran tan cadavéricas como lo habían sido las del difunto Arsen al pensarlo, un escalofrió recorrió todo su cuerpo.

A lo lejos Kit vio una cueva, tapada con una puerta de madera y un especie de sol tallado en ella. Ya había llegado, el mesón donde se suponía que brujos y magos descansaban y tomaban algo. Se acercó a la puerta y la abrió, entrando en un oscuro túnel plagado de escaleras de madera que descendían hacía un habitáculo ligeramente iluminado por la luz de los candiles. Aquello era justo lo que necesitaba, un lugar donde poder esconderse sin que nadie cállese en la obscuridad de sus profundos ojos esmeraldas ni en las extrañas ojeras que habían surgido bajo ellos. He aquí, el deterioro, se dijo mirándolas cuando paso frente a un espejo de la taberna. Una vez llego al habitáculo principal lo examinó curioso. En una esquina había una barra de madera donde varios brujos consumían alcohol, todos ellos encapuchados, tal y como él iba. El resto del bar estaba casi vacío, y las pocas personas que había, permanecían solas, sin hablar, y puesto que los brujos no eran en su gran mayoría personas a las que les gustase la compañía esto no le pareció nada de otro mundo. En un pequeño apartado donde había un roído sillón se encontraba tumbada una figura humana, también encapuchada. Haciendo ya caso omiso de la gente del lugar se acercó a la barra, sentándose en una butaca de madera, cansado. Una camarera rubia, con ojos verdes y una cicatriz recorriendo todo su rostro se acercó a él con una dulce sonrisa.

-      ¿Qué hace un chico como tú en un lugar como este?

-      Supongo que lo mismo que todos los presentes en la sala, beber, para olvidar penas.

-      Valla, valla, ¿Y qué penas quieres olvidar tú? – preguntó la camarera tratando de fisgonear tanto como pudiera, pero el joven no le contestó - ¿Mal de amores tal vez?

-      Tal vez – concluyó el joven levantando la mirada, entonces la camarera pareció sobresaltarse, el muchacho era tremendamente atractivo, con un rostro dulce, pero ligeramente demacrado por unas ojeras y unos ojos esmeraldas que parecían querer gritarle mil y una penas.

-      Que raro que un joven como tú tenga mal de amores.

-      ¿Raro por qué?

-      ¿Te has mirado esa carita? Debes volver locas a todas las mujeres – dijo la joven de melena rubia sonriéndole.

-      De muy poco me sirve esta ‘’carita’’- dijo Kit recordando como Rena se había decantado por el ovalado y fiero rostro de Bastian, sus cabellos plateados y sus ojos cian, dedicándole a él el dolor que provoca el rechazo del ser amado.

-      Veamos, cuéntame, ¿Quién te rompió el corazón? – preguntó la joven, que parecía poder leer los pensamientos de Kit mientras se apoyaba en la barra, esperando oír una larga historia- vamos no me hagas esperar.

-      Se llamaba Rena.

-      ¿Se llamaba? ¿Murió?

-      No, pero como si lo hubiera hecho, no creo que la vuelva a ver en mucho tiempo, hui de ella, bueno de ella y de aquellos a los que consideré mi familia, digamos que yo antes no tenía este aspecto – La joven enarcó una de sus finas cejas.

-      No comprendo, ¿Antes eras feo? – bromeó la muchacha, haciendo que el joven de ojos esmeraldas la dedicase una sonrisa.

-      Ahora soy feo, pero por dentro, por eso hui de ellos, no quería que conociesen mi nuevo yo – Se quedó en silencio, recordando como por el camino se había comportado de forma agresiva con varios mercaderes que pretendían venderle ropas, había volcado sus carretas, les había destrozado sus puestos, se arrepintió de ello al finalizar el destrozo, pero no era él, esos impulsos tan sanguinarios procedían del nuevo Kit, que según pasaba el tiempo devoraba al antiguo, dejando que este saliese a la luz en muy pocas ocasiones. Era como si la persona que antes había sido permaneciese en una jaula en su interior, custodiado por la oscuridad de su nueva aura, corroída. Volvió a mirar a la joven, que acababa de servirle una copa, que al joven le supo a rayos.

-      A mí me gusta tu nuevo yo – confesó la camarera dedicándole una sonrisa pícara que pareció disgustar a un hombre que se encontraba sentado en una silla cercana. Era un hombre anciano, de enormes dimensiones y barba blanca.

-      ¡Lesticia! No hables con ese joven, es un desconocido – La gruñó, aparentemente molesto.

-      No estábamos charlando padre – mintió esta.

-      ¿Y si lo hacíamos qué? – preguntó Kit tentándole.

-      He visto como la mirabas, atrévete a tocarla y te partiré en dos – aquellas palabras resonaron es su cabeza, dejando salir a flote la obscuridad de su aura, que a diferencia de la antigua, le encantaba la violencia y la tentación. Kit alargó la mano, acariciando suavemente uno de los brazos de la joven y mirando de forma provocativa al que parecía ser su padre.

-      ¿Y ahora qué? – preguntó este, causando la furia del hombre de barba blanquecina que trató de abalanzarse sobre él, pero Kit desapareció dejando tras él una neblina grisácea y apareciendo en la otra punta del bar, autotransporte, explicó. En aquellas semanas había descubierto una gran cantidad de hechizos que podía llevar a cabo. El padre de Lesticia volvió a correr hacía él, con el puño en alto, pero cuando llegaba al sitio donde el joven de ojos esmeraldas le esperaba apaciguadamente, este ya no estaba. Kit jugó con el hombre unas cuantas veces, hasta que este pareció hartarse y ordenó a un par de brujos de la barra que se ocupasen del irritante muchacho, cosa que a Kit le pareció de lo más divertida. Los magos se levantaron de sus asientos, acercándose a él, con una navaja en cada mano. Unas navajas que Kit hizo desaparecer de estas, atrayéndolas hacía él, levitando y acto seguido lanzándolas hacia ellos, que consiguieron esquivarlas. Aquello le recordó a Kit la batalla contra el enfermizo Arsen, él también había usado conjuros así. Palideció, parecerse a aquel ser era lo último a lo que hubiese querido parecerse su antiguo yo, sin embargo ahora, aquel poder le parecía excitante.

Los brujos volvieron a intentar acercarse a él, pero este desapareció entre una oscura bruma, posicionándose detrás de ellos, posando sus manos en la barra del mesón, y sujetándose en esta mientras levantaba sus piernas, dejándolas flotar en el aire mientras propiciaba una patada con cada una en la espalda de los brujos, los cuales cayeron al suelo, y parecieron rendirse, pues no se levantaron de este, tal vez esto fuera efecto de la bebida además de las patadas de Kit. El padre de Lesticia parecía irritado, pero al ver el poder del joven, prefirió dejarlo pasar, alejándose por uno de los pasillos mientras se llevaba a Lesticia con él, dejando la barra desatendida.

El joven de ojos esmeraldas miró aburrido la escena, la acción había terminado demasiado pronto para su gusto. Posó de nuevo los codos sobre la barra y meció su rostro entre las manos. Cuando se aburrió de la posición dio un trago a su bebida y se dispuso a desaparecer del lugar. Estaba a punto de subir las escaleras cuando el joven que permanecía en el sillón roído se incorporó llamándole con un leve silbido. Kit le miró curioso y sin dudarlo se acercó.

El joven que le había llamado se retiró la capucha, dejando ver su pelo castaño, rapado, pero cuando este elevó su rostro hacía él, Kit descubrió que se trataba de una mujer y no de un hombre, de unos veintidós años. Tenía los ojos grises y los labios rosas, muy carnosos, y de ambas orejas colgaban dos pendientes en forma de pequeñas estrellas plateadas. La joven le indicó que se sentara a su lado y este obedeció.

-      Eso ha sido increíble – comentó la chiquilla señalando a los borrachos que descansaban en el suelo – debes de ser un joven poderoso.

-      No ha sido para tanto – mintió.

-      Me encantaría saber hacer cosas así, poseo magia, pero no tan poderosa como la tuya, debes de poseer mucha energía.

-      Así es – Kit la miraba curioso, aquella joven trataba de formular una pregunta que no era capaz de pronunciar en alto.

-      ¿Sabes? Se mucho sobre brujería, muchísimo, me he leído la mayoría de libros de la biblioteca de Tritonia – afirmó esta mientras miraba ausente hacía la barra – es una pena que la poca energía mágica que poseo no me deje realizar ninguno de ellos.

-      ¿Qué tratas de insinuarme con esto? – preguntó Kit, enarcando una de sus cejas.

-      Préstame tu energía – Kit pareció sobresaltado, sin entender que quería decir aquella muchacha, que vista de cerca, era extrañamente hermosa – No me mires así, no es nada de otro mundo, te estoy pidiendo que realices una invocación por mí.

-      ¿Qué es lo que se supone que quieres invocar y por qué? – preguntó el joven de ojos esmeraldas, comenzando a interesarse por el asunto.

-      Un rakshasas, son criaturas demoníacas que habitan bajo la forma de un felino humanoide. Con la cabeza de un depredador, generalmente un tigre, y el cuerpo de un musculoso humano, los rakshasas son toda una manifestación del mal y la crueldad más salvaje. ¿No te suena tentado? A mí me suena realmente divertido – dijo la joven mientras se sentaba sobre las piernas de Kit, tomándose demasiadas confianzas, a aquella mujer parecía gustarle la acción, y no se cortaba a la hora de hacérselo saber.

-      Suena interesante.

-      Y más que te sonará, solo de pensarlo brota la adrenalina por todo mi cuerpo – Comentó mordiéndose una de sus largas uñas rosadas.

-      Llévame a un sitio tranquilo, tú serás mi cabeza y yo tu energía – la joven sonrió plácidamente, y Kit respondió sin problemas a su sonrisa, dejando que la muchacha de pelo rapado amarrase su mano y le llevase, por uno de los pasillos del mesón, hasta llegar a una enorme habitación vacía.

 

Rena permanecía tirada en la cama, llevaba así dos semanas desde la marcha de Kit, apenas comía ni dormía, aquella carta de despedida la había hecho pedazos y a pesar de que sus amigos negaban que la culpa fuese de ella, la joven así lo sentía. ¿Qué otra razón podría tener Kit para alejarse de su nueva familia?

Bastian había estado aquellas semanas tratando de animarla, pero el joven a duras penas lo conseguía, o al menos los primeros días. Estaba deprimida, y aunque según pasaba el tiempo parecía empezar a olvidar el asunto, cuando menos lo esperaba, los recuerdos con el joven de ojos esmeraldas volvían. Él la amaba y ella ni siquiera se había dado cuenta de aquello. Había ignorado su amor, pero que podía hacer si su corazón lo mantenía ocupado aquel hombre de ojos azules y rostro terriblemente angelical. Bastian no parecía formar parte de este mundo, tal vez fuese un ángel caído del cielo, pues era demasiado perfecto para ser sencillamente un ser mortal, demasiado guapo, demasiado sexy, demasiado bueno… Aunque Kit tampoco era mucho peor que él, pensó recordando sus ojos, su dulzura, sus finos labios… él también era demasiado bueno, pero para ella, que no había sabido apreciar su cariño. Ojalá pudiese amar a ambos sin causarles daño, pero no podía, pues aquello sería una tortura para los dos muchachos, una tortura no merecida. Y tampoco quería forzarse a sentir atracción por Kit, aquello debía de salir de dentro, y ella nunca le había aflorado ese sentimiento. Intentó dejar la mente en blanco, estaba harta de pensar en Kit.

Pero no pudo, comenzó a recordar el día en el que Kit desapareció, se había vuelto loca, había roto varios jarrones del castillo, furiosa, pues Denis, Ali y Agatha consideraban que era mejor que Kit estuviera solo por un tiempo, que sus sentimientos hacía ella se habían transformado en una obsesión que no le permitía vivir en paz, y que tal vez aquel descanso, lejos de ella, fuera lo mejor para ambos. Rena no lo creía así, lo quería con ella, quería protegerle de todo mal que pudiese haber en el exterior de aquel castillo, pero ya no podía. Denis había obligado a Bastian a vigilarla, aunque no hacía falta que le obligase, pues este siempre lo hacía.

El ruido que provocaba la puerta al abrirse hizo que Rena regresase al mundo real, era Bastian, que venía de darse un baño y llevaba la cintura enrollada en una toalla blanca y el torso desnudo. La semidiosa le examinó curiosa, tenía la piel dorada y los músculos marcados.

-      ¿Qué miras? – preguntó este burlón mientras se vestía.

-      Nada, nada – mintió esta también burlona, o tratando de parecerlo, en ocasiones trataba de aparentar estar más feliz de lo que aquellos días estaba, y la verdad es que con Bastian comenzaba a conseguirlo.

-      Mentirosa – sentenció este acercándose a la cama y besándola los labios, en aquellos momentos todos los pensamientos de Rena parecían desaparecer momentáneamente - Estas realmente preciosa por las mañanas – dijo el muchacho sentándose en la cama, sin parar de mirarla, como si esta le tuviera hechizado. La joven se levantó levemente de la cama mirándose en uno de los espejos de la habitación, tenía su pelo negro revuelto, los ojos hinchados, pues acababa de despertarse y sus gruesos labios parecían estar entumecidos.

-      Parezco un búho, creo que debes de mirar cual es el verdadero significado de precioso. Tal vez debamos pasarnos por la biblioteca de Tritonia – Bastian rompió a reír, quizás ese no fuese su mejor momento, pero para él ella siempre estaba sencillamente radiante.

-      Es verdad he confundido la palabra preciosa con espantosa, que fallo el mío. Déjame que vuelva a intentarlo – El joven la miró fijamente a los ojos y con un tono dulce sentenció - Estas realmente espantosa por las mañanas ¿Así mejor?- Rena rompió a reír, hacía tiempo que no reía de aquella manera, quien la diría que aquel muchacho aparentemente tan insensible podría llegar a ser tan maravilloso. Las apariencias engañan, pensó.

 

Ali estaba en el cuarto de Denis, vistiéndose rápidamente, y con los cabellos rubios ligeramente revueltos. El joven gladiador la miraba curioso, llevaba acostándose con aquella muchacha semanas y sin embargo, ella siempre acababa huyendo del lugar por la mañana, y el joven de pelos rojizos comenzaba a estar molesto, ¿ acaso se estaba aprovechando de él? Se levantó de la cama envolviendo su cuerpo entre las sabanas y se acercó a la puerta lo más rápido que pudo, posando su enorme mano en esta, evitando que la muchacha de ojos azules huyera una vez más.

-      Vienes a mi cama todas las noches desde hace semanas, dormimos juntos y sin embargo todas las mañanas, te levantas temprano para así poder huir de mi durante todo el día, ¿A qué juegas Ali? No me das ni los buenos días – comentó el joven, realmente dolido.

-      Buenos días – contesto esta intentando evadir el resto de palabras del gladiador.

-      NO. Ya no vale. Y contesta a mi pregunta Ali, no te comportes como una cría, ya tenemos una edad, no tengo tiempo para tonterías – sentenció el joven de ojos almendrados.

-      Por los Dioses Denis, no juego a nada, déjame irme – dijo esta posando sus ojos claros en él, rogándole que la dejase pasar, pero este hizo caso omiso de ellos, por muy difícil que aquello se le hiciera.

-      ¿Entonces por qué huyes? ¿Te arrepientes de lo que estamos teniendo estas semanas? Porque si es así Ali…

-      ¡NO! – le interrumpió esta – no es eso.

-      ¿Entonces que es? – preguntó Denis, sin llegar a comprender el comportamiento de la joven.

-      No sé si estoy preparada para tener una relación seria contigo y te veo tan decidido, el primer día ya me dijiste que me querías por la mañana y…

-      ¿Qué tiene eso de malo? – El joven gladiador no comprendía como un te quiero, podía ser una molestia para Ali, pues para él aquella era una palabra que merecía la pena pronunciar al menos una vez en la vida.

-      No es malo Denis, tan solo creo que quieres algo más que nos divirtamos por las noches y eso me asusta, por eso huyo por las mañanas, sé que quieres hablar conmigo del tema, y prefiero evitarlo, o al menos hasta que tenga las cosas claras – el joven se quedó en silencio, apartando la mirada de la muchacha de cabellos rubios. Evitando que viese sus ojos humedecidos.

-      ¿No te gusto? – preguntó.

-      ¡NO! ¡NO!

-      ¿¡NO!? – preguntó este sin dejarla terminar la frase.

-      ¡QUE NO! Que no es eso, claro que me gustas Denis, tan solo no estoy acostumbrada a tanto cariño como el que me das tú, he estado la mayor parte de mi vida sola con mi hermana, no he sentido el cariño que te dan unos padres desde hace años y no he tenido tiempo para amar a chicos, pues tenía que cuidar de Jane, déjame tiempo, no te decepcionaré – dijo Ali, acariciándole el rostro al nuevo Rey, y poniéndose de cuclillas, besándole con cariño. Denis asintió con la cabeza, dedicándola una leve sonrisa, forzada.

-      Vale, no te preocupes, esperaré lo que haga falta – Ali le sonrió cariñosamente saliendo de la habitación mientras él se tumbaba de nuevo en la cama.

 La joven respiró hondo, cerrando los ojos. Ella quería a Denis, o al menos sentía cierta atracción hacia el joven, pero aquello no parecía ser suficiente para el joven de ojos almendrados, él quería amor, siempre lo había querido. Denis deseaba la típica historia de chico conoce a chica, chica conoce a chico, donde las chispas saltan, y los jóvenes dan rienda suelta a su amor. Él quería que su relación con ella fuera similar a la que tenían Rena y Bastian, pero ella no era Rena, no tenía la cualidad que la semidiosa poseía para dar amor, esa forma de mostrar su ilimitado cariño hacía sus amigos con abrazos e infinitos besos. Ella sin embargo evitaba los abrazos, era menos apasionada, aunque tenía que confesar que los de Denis le resultaban de lo más cálidos. Disfrutaba pasando las noches con él, durmiendo a su lado, era un chico increíblemente cariñoso y estaba agradecida por poder tenerlo a su vera.

 

Kit y la joven de cabello rapado permanecían en uno de los habitáculos del mesón, la joven hasta allí le había guiado y ahora se disponía a buscar lo que a Kit le parecieron pequeñas velas.

- Lesticia siempre las guarda por aquí, no sé porque me faltan – dijo mientras hurgaba en los cajones de la habitación, encontrando finalmente en uno de ellos las velas que buscaba, eran pequeñas y de un color negruzco.

- Si que te conoces bien este bar, debes frecuentar mucho por aquí – comentó el joven mientras observaba las negras paredes del lugar, que solo estaban cubiertas por algún que otro armario, por lo demás el lugar estaba desprovisto de cualquier objeto.

- Así es, es en el único lugar donde me siento tranquila, bueno, aquí y en la biblioteca de Tritonia – explicó mientras comenzaba a poner las pequeñas velas en el suelo, formando lo que a Kit le pareció un circulo – Por cierto, no nos hemos presentado, me llamo Abadía.

- Yo Kit, debe de gustarte mucho esa biblioteca de Tritonia, ya me la has nombrado en varias ocasiones.

- Así es, es un lugar tranquilo donde descansar, suele estar deshabitado.

- Tal vez me pase por allí cuando me valla de este mesón – dijo este mientras miraba atento cada movimiento de la joven. Esta no contestó. Y una vez terminó de formar el círculo se salió de este y se acercó al joven de ojos esmeraldas.

-  el invocador debe de estar ubicado en el centro del círculo, y se debe sumergir en una profunda meditación suplicando a rakshasas que huya de su dimensión para hacer acto de presencia en la nuestra.

- De acuerdo – Kit se introduzco en el centro del círculo, esperando más indicaciones mientras que Abadía con un simple chasquido de dedos hacía arder las velas por arte de magia.

- Debes de estar meditando y hasta llorando, hay que pedir, clamar, y rogar, la súplica ha de ser terrible si quieres que rakshasas se materialice aquí, también has de contener mucha energía – explicó la joven, apoyándose contra la pared, mientras que Kit comenzaba a obedecerla. El joven se sumergió en una profunda meditación, en la que imaginaba el rostro del felino con cuerpo de humano apareciendo en el centro del círculo, obedeciéndole, aquel pensamiento le resultaba de lo más agradable. Kit suplicó una y otra vez su invocación, tratando incluso de llorar, pero aquello no lo conseguía. El joven susurraba palabras que los oídos de Abadía no llegaban a oír.

Aquello resultaba divertido a la joven, que se mordía las uñas nerviosa esperando ver en cualquier momento aparecer al demonio felino en la sala. Aquel muchacho concentraba una gran cantidad de energía, era poderoso, y no hacia falta ser muy listo para darse cuenta, ella se había fijado a la primera, nada más verle deslizarse ágil por el bar, apareciendo y desapareciendo, además, era un muchacho sumamente atractivo. Le observó con curiosidad, lagrimas descendían por sus mofletes, lo estaba consiguiendo. Abadía se mordió aún más sus largas uñas rosadas.

Una especie de nube de humo comenzó a aparecer en el interior del círculo, y sin salir de él comenzó a elevarse, dando vueltas sobre Kit, como si fuese un tornado. Era la primera vez que veía una invocación, pues ella jamás había sido capaz de llevar a cabo ninguna, y estaba realmente emocionada.

-      Vamos Kit, vamos – susurró, sin que el joven la oyera.

La nube se alzaba cada vez más alto, hasta tocar el techo, y una vez lo hizo se turbo oscura, casi negra, impidiéndola ver al muchacho que se hallaba en su interior. Increíble, pensó. Cuando la nube comenzó a descender, y a esclarecerse la joven de ojos grisáceos vio la figura de un ser enorme, con el rostro de un tigre blanco, terriblemente aterrador, el cuerpo estaba musculado, y parecía el de un humano bien formado y de gran estatura. Abadía se frotó las manos nerviosas, Kit había logrado invocar a rakshasas y ahora permanecía enfrente de él, sonriente. Le encantó su sonrisa.

-      Aquí esta Rakshasas, Abadía, ahora es todo nuestro – El felino enarcó las cejas parecía furioso – arrodíllate ante tus amos Rak – ordenó este abreviando su nombre, que le resultaba difícil de pronunciar. El demonio se arrodilló ante él, haciéndole sentir realmente poderoso.

-      Ahora levántate Rak – ordenó Abadía divertida, pero el felino la ignoró, al parecer Kit era al único al que obedecía – ¡Como te atreves a incumplir mis órdenes¡ - Gritó la joven, furiosa.

-      Solo obedezco a mi invocador – explicó el demonio, con una voz similar a la de cualquier ser humano, pero más grave.

-      Estúpido felino – insultó Abadía. Rak pareció enfurecerse aún más. Y Kit instintivamente dio unos pasos hacia atrás. El demonio comenzó entonces a Levantarse, y dio varios pasos al frente, unos pasos que Kit no había ordenado en ningún momento.

-      ¿Qué se supone que estás haciendo? No puedes desobedecer a tu amo.

-      Lo sé – contestó este, debo de obedecerte, al menos mientras el circulo siga manteniendo su forma, pero ya no es así – dijo señalando el circulo de velas. Kit al dar los pasos hacía tras, había movido una de ellas, deshaciendo el circulo – Me has liberado – El joven corrió a colocar la vela en su sitio, pero al parecer aquello ya  no era de ninguna utilidad – Por fin libre - sentenció Rak, dando un nuevo paso al frente y rugiendo fuertemente. Abadía permanecía aun apoyada en la pared, pero esta vez con la boca abierta de par en par, asustada.

-      ¡Vámonos Kit debemos de irnos! – exclamó nerviosa.

-      Tal vez aun pueda solucionarlo – dijo el joven mientras trataba de hacer una barrera contra aquel ser, pero no lo conseguía, el felino atravesaba las barreras sin ninguna dificultad, acercándose más y más a ellos.

Abadía amarró la mano de su nuevo compañero, sacándolo de la habitación y cerrando la puerta, una puerta que salió volando por los aires mientras que estos corrían por los pasillos buscando la salida. La joven que parecía conocerse bien el bar se escondió en una de las habitaciones dejando solo a Kit, corriendo hacía la sala principal, cuando pasó por allí todos los brujos presentes en la sala parecieron sobresaltarse. El felino lo estaba destrozando todo. Ahora el joven de ojos esmeraldas corría por la escalera, hacía la salida, tras él aún estaba Rak, que tenía cara de pocos amigos.

Una vez salieron al exterior del mesón Kit utilizo su hechizo de autotransporte para subir a la cima de un frondoso árbol, escondiéndose del demonio, que ahora corría eufórico en dirección a Gladior, parecía estar saboreando la libertad. Una libertad que Kit sin quererlo le había regalado, pero sin embargo, sin la mínima culpabilidad, el joven, comenzó a andar por uno de los arenosos caminos del bosque en dirección a su nuevo destino, dejando a Abadía atrás, como si nada hubiera pasado.

 

2 comentarios:

  1. Bravo Abie! en cada capítulo me sorprendes más. Vas creciendo rápido cómo escritora. Me ha encantado la incorporación de un ser fantástico en la historia que me da la impresión que traerá algunos problemas de los que Kit después sentirá remordimiento. Kit es un personaje muy interesante, va cambiando, pero sigue siendo el mismo, va y viene. Cada personaje muestra su lado más humano en este capítulo, ya no solo son los afectos que nacieron en las batallas, sino los que siempre los han acompañado y afloran en el silencio o en la confesión de cada uno.

    Espero aun más de Teirak. Sigo contigo en esta aventura Abie. Sigue creciendo cómo vas ;)

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    1. Muchas gracias! El verdadero Kit sigue estando ahí, pero es prisionero de su nuevo yo, que es el resultado de la poción que Arsen le hizo ingerir, que va pudriendo su aura, pero aun así la luz del alma del muchacho reluce en ocasiones. Kit a partir de ahora tiene dos personalidades, espero desarrollarlas bien!
      Así es, en este capitulo, han aflorado muchos sentimientos que se han mantenido parcialmente ocultos en la primera novela.
      Gracias de todo corazón Pierre, me animan mucho tus comentarios. Un abrazo!

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