lunes, 11 de agosto de 2014

11. Como ratones en la ratonera.


Bastian les guiaba por el interior del castillo, rápido y ágil. Se notaba que aquel era al fin y al cabo su hogar. Rena estaba segura de que si todas las antorchas que había a lo largo de los eternos pasillos de fría piedra se apagasen, él, a pesar de estar en una completa penumbra, pues en aquel lugar no había apenas ventanas, se guiaría sin problemas por los pasillos. El suelo era de piedra grisácea, al igual que el techo y las paredes, parecía que estaban en el interior de una profunda cueva aunque en esta, había alfombras rojas por el suelo, con un precioso encaje dorado a los lados, y cada cierto tiempo había un baúl de madera. Rena los miraba con curiosidad.

-         Son baúles de armamento – indicó el caballero oscuro al ver la curiosidad en los ojos de Rena – Estan repletos de armas, es más cómodo para los caballeros oscuros que transitan por aquí, uno nunca sabe cuando debe ir armado, ni siquiera cuando esta en su propia casa.

-         Pues no parecen transitar muchos – comentó Kit. El lugar estaba vació, solo se oían sus propias pisadas retumbando por los largos pasillos.

-         Este no es nuestro lugar preferido, esto son los pasadizos, solo se utilizan en caso de emergencia, para salir a las murallas y atacar, los caballeros oscuros suelen estar en la parte alta, cerca del dormitorio de Arsen, que está en lo alto de la torre o fuera del castillo - El robusto cuerpo de Denis golpeó entonces una de las antorcha, haciendo que sus compañeros se girasen de golpe, sobresaltados. Todos ellos tenían un nudo en el estómago, la adrenalina recorría todo su cuerpo a la velocidad de la luz, haciendo que la vista se les nublase, porque hasta ellos sentían miedo, al fin y al cabo eran humanos.

-         ¡Ten cuidado! – exclamó la semidiosa aparentemente nerviosa. El gladiador respiró hondo, tratando de mantener la calma, de tener más cuidado, pero ahí dentro estaba el asesino de su padre y aquello le producía hasta nauseas.

 

Siguieron andando durante unos minutos, para aquellos que no conocían el castillo, les fueron eternos, era como pasar una y otra vez por el mismo lugar. Y tal vez fuera así, porque todos los pasillos parecían iguales. Bastian no paraba de girar a la derecha, que si luego a la izquierda, derecha, izquierda, derecha, que si luego todo recto, así hasta que dieron con una enorme puerta de madera, con plomos de plata, era la salida de aquella madriguera.

 

-         Buen trabajo – dijo Denis dándole una fuerte palmada en la espalda al caballero, haciendo que este se encorvase.

-         No ha sido difícil – El joven de cabello dorado posó su mano en el plomo, y apoyó su oreja sobre la puerta, tratando de oír si había alguien al otro lado, pero no oyó nada. Abrió la puerta con cuidado, saliendo a lo que parecía la planta baja de la torre central. Era un lugar enorme de piedra, esta vez había enormes ventanas alumbrando el lugar, haciendo parecer gracias a sus bonitos colores que el arcoíris se había colado al interior de la sala, que era redonda como una moneda de plata teirakense, y a la vez enorme. También había muebles de madera oscura, donde había toda clase de libros y candiles de un metal similar al oro, aquel lugar no parecía nada hostil. En el centro había una columna enorme y en ella una puerta.

-         Por ahí se sube a la segunda planta – dijo Bastian señalándola– en la tercera esta la habitación de Arsen – concluyó. Se dispuso a acercarse a ella e imitó su acción anterior, apoyando la oreja, pero esta vez oyó voces acercándose al lugar donde se encontraban. Con un gesto indicó a sus compañeros que se escondiesen, señalando a uno de los pasillos que había en la planta, sus compañeros le obedecieron.

-         Siguiendo el pasillo la primera puerta a la derecha – fueron las últimas palabras que oyeron del joven de cabellos dorados – yo les entretendré.

 

Owen y Noé, líder y sublíder bajaban las escaleras de la segunda planta directos a la zona donde se encontraban los alimentos junto a 5 compañeros más, todos aparentemente muy hambrientos, venían de saquear un pueblo cercano, algo que les había resultado de lo más cansado. El resto del ejército continuaba allí.

Cuando llegaron a la puerta que daba a la primera planta, la abrieron confiados, encontrándose enfrente un par de ojos difíciles de olvidar, nadie más podía tener aquella mirada.

-         ¿Bastian?- preguntó Owen, era una pregunta absurda, pero fue lo único que se le ocurrió decir en aquel momento – Creíamos que estabas muerto – El joven de ojos azules enarcó una ceja.

-         Jamás lo estuve, bicho malo nunca muere – concluyó. Sus compañeros le miraban extraños como si no creyeran lo que sus ojos veían.

-         ¿Y dónde se supone que has estado durante todo este tiempo? – preguntó el sublíder Noé.

-         Secuestrado, pero por lo que veo vosotros no me habéis echado en falta.

-         Íbamos a ir a buscarte, pero las cosas se complicaron – mintió.

-         Ya – los siete caballeros se quedaron en silencio esperando que su antiguo líder dijese algo más - ¿Y Arsen? ¿no preguntó por mí?

-         Claro que lo hizo. Eras su mejor caballero, pero te sustituyó sin problemas, ya sabes como van las cosas por aquí…- comentó uno de los jóvenes – ¿Otis está contigo? – Imágenes pasaron fugaces por la mente de Bastian, en concreto aquellas donde él aparecía asesinando a su compañero.

-         Lo estuvo, pero los secuestradores lo asesinaron, solo yo escapé de aquel infierno – mintió, no tenía problema para hacerlo, el mismo parecía estar creyéndose sus propias palabras.

-         Diría que es una lástima su perdida, que era un gran guerrero… pero no lo era – comentó Owen con los ojos entrecerrados, examinándole, como si él fuese el único que no creía en sus palabras – Y dime, ¿vienes a reclamar tu puesto de líder? – Bastian le miró fijamente, intentando comprender porque le examinaba con tanta cautela, sintiéndose desnudo posó uno de sus brazos en su hombro herido, de forma inconsciente, como si así se sintiese más seguro. Owen se dio cuenta de ello.

-         He traído algo para vosotros.

-         ¿El qué? – pregunto el nuevo líder del ejército.

-         Un regalo. He traído a los rebeldes, incluido al gladiador.

-         No creo que ese regalo tenga ya valor, Arsen pareció dejar correr el asunto – Dijo Owen complacido de haber desvalorizado el trabajo de su antiguo líder. Bastian entrecerró los ojos, no comprendía lo que estaba pasando ¿Arsen dejando correr un asunto? Aquello sonaba a imposible, ¿Qué estaría pasando por la cabeza de aquel hombre?

-         Bueno, eso ya lo veremos.

-         ¿Dónde los tienes? – preguntó el nuevo líder, intentando fingir la máxima indiferencia hacia el muchacho de ojos azules.

-         Por aquel pasillo – dijo señalando el lugar por donde el grupo había salido huyendo unos minutos atrás – la primera puerta a la derecha.

-         ¿Vienen presos?

-         No, solo engañados – Una sonrisa malévola cruzó el rostro del muchacho.

-         Bien – dijo el líder del ejercito dirigiéndose a sus compañeros– ir a comprobar que es cierto, yo notificaré al mago que Bastian está aquí, para que se lo haga llegar a Arsen a través del hechizo de voz, como siempre.

 

Rena, Kit y Denis se encontraban en una enorme habitación donde las estanterías de madera no dejaban ver más allá de ellas, estaban llenas de tarros de cristal con líquidos en su interior de distintos colores y texturas, en cada tarro había una palabra puesta: Bálsamo, reconstituyente, Paliativo… todas ellas parecían tener un fin curativo o aliviante, y en el medio una enorme mesa de mármol donde habían numerosos tarros pero en estos se encontraba la palabra: Prueba. Aquel parecía un lugar donde sanar, y hallar nuevas formas para hacerlo, tal vez estas posibles medicinas o mejunjes iban destinados a aquellos caballeros oscuros que saliesen lisiados de la batalla, o tal vez lo fueran para el mismísimo Arsen. Rena se acercó hacía uno de los frascos de la mesa, al apreciar que en él había dos iniciales: BT, todos los frascos la llevaban.

-         ¿Qué significará BT? – preguntó.

-         No sé, pero será mejor que no te acerques a ese frasco – dijo Kit al apreciar que de él salían burbujas.

-         Bueno, ni a ese ni a ninguno de esta mesa – comentó el gladiador entrecerrando los ojos. Todas las sustancias de aquella mesa parecían estar a prueba. Rena las observaba detenidamente, una de ellas era un líquido purpura, con pétalos de flores en su interior. Aquel lugar era realmente curioso.

-         Mirad esto – dijo Kit examinando una pared llena de jaulas con pequeños ratones en su interior, uno de ellos era rojo y verde, alguna reacción a los mejunjes supuso el muchacho – pobres animalillos.

-         Mira Kit, ¡corre! – gritó el gladiador señalando eufórico una de las jaulas. El muchacho de ojos esmeraldas corrió hacia donde se encontraba su compañero y miró irritado la jaula, en su interior había un ratón amarronado de ojos verdes y saltones, también fruto de alguna reacción a alguno de los medicamentos – se parece a ti – concluyó el gladiador señalando al roedor, que tenía un aspecto de lo más desagradable. Rena se tapó la boca intentando aguantarse la risa, pero no pudo. Kit miraba al mamífero con el ceño fruncido, pero no pudo evitar una sonreír – y este, este es clavadito a ti Rena – La joven se asomó, esperando ver un bonito roedor, pero se encontró con un bicho peludo de color oscuro y ojos negros, terriblemente saltones. Esta vez fue Kit el que rio.

-         Pues yo no veo el parecido- comentó la joven de ojos negros, cruzando sus brazos ofendida.

-         Yo sí, fíjate es casi tan peluda como ella – dijo el gladiador mirando sus piernas, intentando chincharla.

-         ¡Venga ya! Yo no tengo pelo en las piernas – Kit carraspeó.

-         Rena, ¿recuerdas aquel día en el que dormimos juntos? En el bosque de Trebus – La semidiosa enarcó las cejas, como si así pudiese averiguar sus pensamientos. ¿A qué vendría eso ahora?

-         Pues aquel día no me desperté porque me diese el sol en la cara.

-         ¿Por qué lo hiciste pues?

-         Porque pinchabas – la joven se enrojeció de golpe, parecía que su cabeza iba a estallar, sabía que no era cierto lo que decían, pero aun así no podía evitar enfurecerse. Mientras tanto sus dos compañeros no paraban de reír.

-         Verdaderamente creo que este no es momento para risas- comentó, pero fue ignorada. Hasta que la puerta del habitáculo se abrió de golpe dejándoles al descubierto. Por un momento sus corazones dejaron de latir, habían estado relajados creyendo que Bastian se ocuparía de todo, y que vendría a buscarles, y así lo había hecho, pero no solo venía él. Bastian Iba acompañado de siete caballeros oscuros. Un cierto regusto a traición apareció en sus bocas. El muchacho de ojos claros les miraba como si no les conociese, como si no compartiese nada con ellos, cuando si lo había hecho, incluso miraba con indiferencia a Rena, que permanecía con el rostro pálido y desencajado. A duras penas podía respirar, le había dado su apoyo, su amor, su confianza y él tan solo se había provechado de ella para poder servirles así fácilmente a Arsen, en bandeja. Como podía haber sido tan ingenua, fiarse así de un desconocido, creer las falsas palabras de amor de un caballero oscuro… debía de haber hecho caso a Kit, se repetía para sí, él llevaba razón, se lamentó por ello.

 

Kit miraba a Rena con tristeza, deseaba que ellos dos se distanciasen, pero no de aquella manera, no con traiciones. Acercó su mano a la de su amiga tomándola con suavidad, y una vez notó que esta le correspondía, con fuerza. Intentando darle todo su apoyo, a pesar de lo distanciados que habían estado aquella semana, eran amigos, y si aquella mujer de ojos negros necesitaba el calor de su mano, él se la ofrecería. Sus miradas se cruzaron fugazmente, y Kit notó agradecimiento en ella. Todo bajo la supervisión de Bastian, que les examinaba cautelosamente.

Denis por su parte, estaba enfurecido, las venas de su cuello parecían al borde de una explosión.

-         Maldito gusano – dijo mirando al caballero de ojos glaciales –confiábamos en ti.

-         Yo no os pedí que lo hicieseis – contestó este, frío, muy frío, como aquella tarde bajo la torre de Trebus, cuando amenazó a Rena.

-         No hacía falta que lo hicieses, nosotros lo hicimos porque tus acciones nos invitaban a ello – contratacó el gladiador – creíamos que eras uno de los nuestros.

-         No pensabas así cuando me estampaste contra la pared de una de las habitaciones de la casa de vuestra amiga la bruja.

-         Aquello fue un ataque de ira – contesto Denis intentando calmarse – Pero el resto del tiempo… lo hice, pobre de mí por hacerlo.

-         Que se puede esperar de un caballero oscuro – interrumpió Kit, el bosque que eran sus ojos parecía arder. Bastian enarcó una ceja, era increíble como aquel muchacho se había ido fortaleciendo con el tiempo, se había hecho fuerte. El Kit que conoció en la torre de Trebus jamás se hubiese enfrentado a nadie, ni siquiera a una mosca.

-         Tú desde luego, nada, de echo, creo que esto era justo lo que esperabas, no pareces sorprendido – Bastian parecía ahora dolido, aunque esa sensación desapareció rápidamente de la mente de Rena, que permanecía callada, mirando sus pies, confundida. Intentando asimilar aquello, intentando digerir el sentimiento que le provocaba haber sido cruelmente utilizada.

-         Eso es cierto, yo jamás confié en ti, por lo que no siento la desilusión que ellos sienten- Rena, que comenzaba a sentir como su herido corazón se calmaba, elevó los ojos hacía Bastian, encontrándose con su gélida mirada.

-         Jamás me amaste – fue todo lo que dijo, tenía la voz quebrada y parecía estar a punto de romper a llorar. Kit sintió una puñalada en el corazón. Nadie, nadie, dañaría a aquella mujer de ojos negros mientras él estuviera presente. El resto de caballeros oscuros miraban indiferentes la escena, no parecía ser de su interés, hasta que Kit dijo algo indebido,  que hizo hervir la sangre de alguno de ellos.

-         Todos los caballeros oscuros sois unos hijos de p… – Sus palabras hicieron que uno de ellos, en concreto el sublíder Noé, se abalanzase sobre él y le asentase un puñetazo en el estómago provocándole ganas de devolver. El caballero oscuro levantó de nuevo su puño dispuesto a asentarle un segundo golpe, pero este no alcanzó el cuerpo de Kit, pues colisionó con una de sus barreras, haciendo que Noé callera al suelo dolorido, amarándose su mano. Había sido como golpear una pared de acero. Rena entonces al ver la escena, volvió a si misma dirigiéndose a los caballeros oscuros.

-         Decirme, estos frascos son algo importante ¿verdad? – preguntó con mirada asesina – Tal vez incluso delicado – cogió uno de los frascos con los dedos de su mano y lo miró con cuidado, para después encogerse de hombros – Vamos a comprobarlo – dijo dejando caer el frasco sobre la mesa de mármol, haciéndolo mil pedazos, de él surgió un extraño humo negro – me pregunto que sucederá si los junto todos – Los caballeros la miraban temerosos, aquellas sustancias debían tener más valor del que ella creía. Desenvainando su espada, rauda, la pasó horizontal por la mesa haciendo que todos los frascos que había en ella saliesen volando por los aire hacia los caballeros que había en la puerta, colisionando unos con los otros, mezclando sustancias, haciendo que el ambiente se llenase de humo de colores, pequeñas llamaradas de fuego e incluso pequeñas chispas doradas que parecían arder entre la colorida neblina, simulando una falsa galaxia. Bastian se cubrió su cuerpo con la túnica, evitando que el humo le tocase, y sacando un cuchillo del interior de esta, agredió a dos de sus compañeros, caballeros oscuros, haciéndoles caer al suelo de rodillas, luego se dirigió a otro de ellos, realizando el mismo gesto, ya solo quedaban dos, y no sería difícil hacerlo, pues con la neblina estaban desprotegidos, él incluido. Entonces vio un enorme cuerpo dirigirse a él, amarrándole por el cuello, era Denis.

-         Vas a pagar el dolor que has causado a mi amiga.

-         Mira – fue todo lo que el caballero oscuro dijo, señalaba a los tres caballeros que había herido. Denis miró los cuerpos sorprendido, ellos no se habían movido del lugar por miedo al humo, pero al parecer Bastian si lo había hecho.

-         ¿A qué juegas? – preguntó el gladiador sin comprender al muchacho de ojos azules mientras el humo se esfumaba, esclareciendo su visión.

-         No os he defraudado – Respondió, Rena permanecía con los ojos como platos. Los caballeros oscuros heridos gimoteaban en el suelo susurrando la palabra: Traidor – les defraude a ellos- dijo señalando los cuerpos – desde el primer momento que les vi fingí estar de su parte, no quería que fuésemos descubiertos, y de mí no sospecharían, así que les lleve hasta esta sala, que está siempre despoblada, espere a que reaccionaseis y les ataqué. Soy un traidor, pero los traicionados no sois vosotros- Bastian parecía mirar los cuerpos heridos de sus compañeros con cierta pena. La semidiosa que había permanecido escuchado sus palabras, se abalanzó sobre el joven, besándole los labios.

-         Entonces, ¿me quieres? – le susurró al oído.

-         Siempre - respondió este. Kit miraba sorprendido, aquello era precisamente lo que no esperaba que sucediera, Bastian estaba realmente de su parte, luchando codo con codo con ellos. Entrecerró sus ojos. Traspasó su carne. Vio su aura, era blanquecina, ¿era posible que aquel hombre estuviese esclareciendo su aura? Tal vez era un efecto secundario del amor de Rena. Si eso es lo que provocaba su amor ¿Qué provocará el desamor? Se preguntó el joven de ojos verdes, temiendo por su corazón.

-         Cada vez me sorprendes más muchacho – dijo Denis dándole una de sus fuertes palmadas en la espalda y para su sorpresa este gesto fue recompensado, Bastian posó su mano sobre su hombro, con una sonrisa.

-         ¿No te he defraudado gladiador?

-         No – concluyo este, satisfecho.

 

 

Ali no paraba de dar toquecitos con las uñas sobre el árbol, estaba nerviosa, no sabía nada respecto como estaba Denis… ni ningún miembro más del grupo, y aquello le resultaba inquietante. Deseaba estar dentro poder luchar, de verdad. Enfrentarse a Arsen, matarle, verle morir ante sus ojos. Sabía que aquello sonaba sanguinario, pero no le importaba. Aquel deseo le hacía perder la cabeza. Vengar la muerte de su hermana era lo que le provocaba aquella procesión que llevaba por dentro. No aguantó más, se bajó del árbol.

-         ¿A dónde crees que vas jovencita? – preguntó Agatha, aun desde el árbol.

-         Al castillo – respondió esta sin mirar atrás. Agatha bajo a toda prisa el árbol, cayendo de culo sobre el césped y cojeando hacía la joven de cabello platino.

-         Eso no es lo que hemos acordado – le gruñó la anciana.

-         Lo sé, pero ya no aguanto más – concluyó la joven, había llegado a la muralla y ahora trataba de escalarla torpemente, cuando lo logró, y llegó a lo alto de esta, vio a la anciana justo a su derecha.

-         ¿Cómo has llegado tan rápido?

-         Autotransporté mis partículas por el aire – dijo la anciana como si aquello fuese de lo más normal – Que incultos sois hoy en día los jóvenes, cuando en Teirak se daban clases de hechicería básica nadie hacía esa clase de preguntas – concluyó mientras ambas se sumergían en uno de los pasillos del castillo.

 

 

Rena, Denis y Kit iban a salir por la puerta del habitáculo cuando Bastian interpuso su mano entre la puerta y ellos.

-         Aun no, Owen, un caballero oscuro, ha ido a notificar que estoy en el castillo, será mejor que salga yo primero, para asegurarme de que no viene con compañía. No queremos llamar aún más la atención – dijo señalando los cuerpos de sus excompañeros heridos en el suelo, atados con cuerdas y con tela en la boca, para evitar algún posible grito de auxilio.

-         De acuerdo – dijo la semidiosa – cuando te asegures de que la zona esta despejada da un toque en la puerta – el caballero oscuro asintió, saliendo por esta. Sigiloso como un gato nocturno.

 

Bastian andó a lo largo del pasillo, esperando encontrarse a Owen en cualquier momento. En el caso de hacerlo le distraería, haría que se fuese, o en caso extremo, le agrediría, como había hecho con los anteriores. Al llegar a la sala principal de la primera planta vio a Owen, que acababa de bajar las escaleras de la segunda planta.

-         Ya está todo notificado, vamos a ver a esos rebeldes.

-         Ya  lo hemos hecho – interrumpió el joven de ojos azules – Y han sido trasladados a los calabozos.

-         Estupendo – concluyó el caballero oscuro, mirando con curiosidad a Bastian – Te noto cambiado.

-         No sé por qué, no he cambiado nada.

-         Tal vez no exteriormente, pero si interior. Antes utilizabas las palabras de una manera más feroz – indicó este – ahora ladras como un caniche enfadado.

-         Aun no me has visto ladrar, tal vez te lleves una sorpresa- comentó el joven, posando su mirada fijamente sobre la suya, iracunda.

-         Entonces ladra – Bastian enarcó una ceja, sin comprender que era aquello que Owen pretendía. No respondió – muy bien, entonces yo te haré ladrar. ¿En el grupo de rebeldes había una mujer realmente bella no es así?

-         Así es – respondió Bastian, tragando saliva, intentando no sobresaltarse.

-         Muy bien, esta noche será mía Bastian, estoy seguro que una vez fue tuya también. Todos saben que la salvaste del mesón, no somos idiotas, Noé te vio aquel día, la llevabas con sumo cuidado. Ya no mereces ser el líder Bastian.

-         ¿Quién dijo que quiera volver a serlo?

-         No te hagas el ingenuo. Llegas con un regalo para Arsen, único superviviente de un secuestro, ya desde el primer momento haciendo alago de tus hazañas como siempre, ¿pero sabes qué?

-         ¿Qué? – preguntó este llevando su mano derecha hacía el cuchillo, la cosa se les estaba yendo de las manos, pero antes que pudiese amarrarlo, Owen se abalanzó sobre él, hincando su dedo gordo fuertemente en la herida de su hombro, haciéndole gemir de dolor. Apretó fuertemente los dientes. Aquello era una tortura.

-         Como puedes ver aprecié que estabas herido- dijo el nuevo líder sonriendo plenamente – he avistado tu debilidad y ahora me aprovecho de ella, tal y como tú nos enseñaste, es gracioso como tus enseñanzas se vuelven en tu contra- comentó irónico. Bastian quería responder, pero el dolor no se lo permitía, no era muy agradable que te abriesen una cicatriz con los dedos. Comenzó a sangrar a borbotones, perdiendo la fuerza en todo su cuerpo. Intentó golpear al nuevo líder con el brazo que tenía ileso, pero este se lo amarró detrás de la espalda – dime Bastian, ¿vienes a quitarme mi nuevo puesto? – La cara del caballero oscuro palideció, ahora todo cobraba sentido, por eso Owen había estado tan frío con él, por eso no se había alegrado lo más mínimo de su llegada. Owen era el nuevo líder y no permitiría que nadie le quitase su puesto, o eso sería por encima de su cadáver. Avaricia, pensó Bastian, la avaricia todo lo puede.

-         Ese no es mi propósito – consiguió decir, mientras que Owen se alejaba de él, dejando de presionar su herida, tenía toda la mano llena de sangre, por lo que Bastian prefirió no mirar el estado de su hombro.

-         ¿Cuál es entonces Bastian? – Este no contestó, provocando la furia de su compañero que le alejó de la pared y le estampó de espaldas contra el suelo. Sintió el dolor recorriendo toda su columna vertebral. Esperaba que no le hubiese roto ninguna costilla. Bastian continuó sin contestar, no diría nada al respecto, no defraudaría a Rena. Owen volvió a golpearle esta vez con su pie en los riñones. Hacía años que no recibía una paliza así. Se dio la vuelta sobre sí mismo, gateando por el suelo, intentando alejarse de él, pero no pudo, debía estar perdiendo mucha sangre, por lo que se quedó quieto en el suelo, inmóvil, sin resistencia. Que sea lo que tenga que ser, si la muerte es mi destino… que así sea, pensó, me la tengo más que ganada.

 

Owen le miraba con mirada sanguinaria, sin piedad. Sacó un cuchillo de uno de sus bolsillos con el deseo de matar a Bastian, como si fuese una especie de cordero en el matadero, se arrodilló ante él.

-         ¿Unas últimas palabras?- le susurró.

-         Rena – Si tenía que elegir su última palabra esa era. La última persona a la que había besado y a la única que había querido. Dejó que su cuerpo se relajase durante un instante, soñando una última vez con ella. Si tenía que morir en algún sitio quería que fuera en sus brazos, y si no estaba en ellos los soñaría. Sentía que la boca le sabía a sangre, intentó olvidarse de ello y continuar con su sueño. Rena se encontraba en la explanada de Irsinia, y sobre sus piernas permanecía apoyada su cabeza, mientras le acariciaba sus cabellos dorados, apartándoselos de la cara, como tantas veces había hecho.

 

Owen levantó en alto su cuchillo, pero cuando el filo de este estaba a punto de tocar el cuerpo del caballero oscuro, notó como si algo le atravesase, miró hacía uno de sus costados, la punta de una flecha sobresalía de él. Se miró horrorizado, intentando girarse para ver quien había sido el que le había atacado, y cuando lo hizo se encontró con unos ojos azules y una melena repleta de rizos claros, una arquera, acompañada de una anciana. Curiosa pareja, pensó.

-         ¿Qué me has hecho? Cuando Arsen se entere te echará de su ejército – dijo dolorido.

-         Creo que la respuesta a esa pregunta es clara, y respecto a lo de Arsen… no pertenezco a su ejército – contestó la muchacha guiñándole un ojo – de echo odio a su ejército.

-         ¿Qué tienes en mi contra? – preguntó Owen con las pocas fuerzas que le quedaban después de haber sido herido por la flecha de aquella muchacha, que tenía un rostro de lo más familiar, era como si ya la hubiese visto antes.

-         ¿Te suena el nombre de Jane Moree? – El caballero oscuro se quedó en silencio, ahora comprendía el por qué de esa familiaridad. Jane Moree había sido la única persona en veinte años que había visto a Arsen, y por ello este, hizo que su ejército fuera a asesinarla. Desde entonces Owen siempre había tenido curiosidad respecto a cómo era la apariencia de Arsen, pero nunca lo averiguó.

-         Si.

-         Era mi hermana.

-         Lo sé – concluyó el muchacho, que lo había averiguado gracias al parecido que tenían – participe en su busca, yo fui quien la encontró – Los ojos de Ali se humedecieron brutalmente, sentía unas terribles ganas de llorar, de abofetearle la cara a aquel muchacho, por haber sido el hombre que descubrió el lugar de donde provenía Jane – Y lo siento… no estoy orgulloso de todo lo que hago- comentó mirando hacía el cuerpo de Bastian, que estaba totalmente inmóvil, parecía estar soñando. Ali se sorprendió de haber escuchado aquellas palabras. Respiró hondo.

-         Yo perdono, pero no olvido… lárgate y extráete la flecha, está en una zona no vital… sobrevivirás. Si te das prisa…

-         Gracias, gracias – dijo el joven mientras se alejaba cojeando por uno de los pasillos. Ali había aprendido a perdonar con el tiempo o eso intentaba, se repetía una y otra vez que nadie tenía la culpa de la muerte de su hermana, nadie más que Arsen. No tenía derecho a saciar sus deseos de venganza con todo aquel que solo obedeciese sus palabras. Se acercó al cuerpo de Bastian, que permanecía en el suelo, parecía casi inerte. Se arrodilló a su lado, y puso la oreja en su pecho. Respiraba. El muchacho abrió un instante sus ojos y en un suspiro dijo algo así como: Siguiendo el pasillo, primera puerta a la derecha. Ali asintió y cogiendo sus brazos con la ayuda de Agatha le arrastraron por las bonitas alfombras rojas hasta la puerta susurrada y entraron de golpe, encontrándose frente a ellos a Rena, Kit y Denis, que las miraban incrédulos.

-         ¿Qué hacéis aquí? – preguntó Denis – Deberíais estar vigilando.

-         No aguante más, deseaba estar aquí dentro, y menos mal que entré a tiempo – dijo señalando el cuerpo ensangrentado de Bastian. Rena soltó un gemido de horror. Mientras Denis y Kit subían al caballero a la mesa donde minutos antes habían estado los frascos.

-         ¿QUÉ LE HA PASADO? - Preguntó la semidiosa alterada.

-         Un caballero oscuro le atacó- indicó la arquera. Rena mientras tanto daba pequeños toques al rostro del muchacho herido, intentando que abriese los ojos que le dijese algo.

-         Vamos Bastian, reacciona, ¿Dónde hay algo con lo que curarte?

-         Quizás podamos utilizar alguno de los frascos - comentó Denis acercándose a uno donde ponía: regeneración. Rena enarcó la ceja, no se fiaba de aquellas sustancias, pero no había otra opción, abrió la boca del muchacho de ojos azules y la vertió.

 

Kit permanecía quieto en una esquina de la habitación. Se sentía raro, muy raro. Tenía los oídos taponados y la vista se le nublaba. Además de unas terribles ganas de salir del habitáculo y dirigirse a la tercera planta. Encontrarse con Arsen.

Intentaba controlarse, no dejarse llevar por aquel impulso, pero era algo poderoso lo que le llamaba, un ardiente deseo, provocado por algo o alguien. Cerró los puños con fuerza e intentó deshacerse del molesto pitido que ahora oía en su cabeza, para ello se puso las manos en los oídos, como un niño asustado que no quiere escuchar la bronca de sus papas.

El pitido se volvió un siseó, como el de una serpiente, una serpiente hablante.

-         Ven, déjate llevar amigo – sonó en su cabeza.

-         No soy tu amigo, no sé quién eres – pensó.

-         Pronto lo sabrás, tan solo déjate llevar – Kit notó como sus piernas se movían involuntariamente, saliendo de la habitación en silencio, sin ser visto, pues todos estaban pendientes de Bastian y de como él reaccionaría a la sustancia del frasco. Daba paso tras paso, sin ser casi consciente de ello, como si fuese algo así como respirar, o pestañear. Con la diferencia de que él, podía detener un pestañeo, pero no a sus piernas, que parecían formar parte de otro cuerpo.

 

Agatha seguía en la habitación, observando como sus ‘’niños’’, (así los llamaba ella en sus pensamientos) observaban al caballero oscuro con lastima, esperando a que la aparente poción hiciese efecto y pudiesen salir de la habitación y llegar a Arsen cuanto antes. A Agatha la pitaban los oídos, y sabía perfectamente porque, eran interferencias mágicas, que solo podían provenir de alguien terriblemente poderoso, algo así como un mago. Posiblemente intentasen colarse en la mente de alguno de los presentes, les examinó con cuidado, intentando averiguar de quién y por qué. Entonces apreció algo que la puso los pelos de punta, Kit no estaba en la sala, posiblemente las ondas fueran para él, y debían de ser muy poderosas si ella había notado interferencias. Posiblemente se le hubiese ordenado que saliese del lugar, y las ondas le estuviesen llevando hasta su creador, salió de la habitación sin decir nada al respecto, no quería alterar más a los muchachos de lo que ya lo estaban. Una vez estuvo en el pasillo, miró hacia el final de este, allí estaba Kit abriendo una puerta que parecía conducir a unas escaleras. La anciana, gracias a su larga vida plagada de experiencias no tardó en averiguar que era lo que estaba sucediendo. Solo había visto usar ese poder tan persuasivo una vez y creía saber cuál era el origen.

Siguió a Kit escalón tras escalón, tan rápido como podía, pero el muchacho andaba mucho más raudo que ella. Y le perdió en aquel huracán de escaleras.

 

Kit llegó a la tercera planta, donde únicamente había una puerta, de madera y acero, con la cabeza de un león como picaporte, y pequeños detalles dorados por toda ella. No quería entrar, pero sin embargo su mano tiraba hacía el felino. Intentaba con todas sus fuerzas detener su propia mano, pero ni siquiera parecía suya, alguien estaba provocando todos y cada uno de sus movimientos. Posó su mano y la giró, haciendo que la puerta se abriese con un estruendo, dando al enorme interior de una habitación digna de un rey. Las paredes a rayas, blancas y doradas, había dos enormes ventanas con cortinas rojas y algún que otro tocador con su respectivo espejo. En el centro de la sala, una enorme cama, con una corona dibujada en su cabecera blanco roto. Dentro de la cama se encontraba el cuerpo de un hombre. Y el terror se apoderó de él. Tenía los brazos enormes y musculados, pectorales y una mandíbula similar a la de un lobo, los cabellos plateados brillando como si fuesen soles y los ojos grises y luminosos, acompañados de una mirada asesina digna de sus acciones, así se había imaginado siempre a Arsen, pero sin embargo el hombre que se acababa de encontrar en aquella cama no se parecía nada a la descripción anterior. Sus brazos estaban casi totalmente desprovistos de carne, y sus huesos finos estaban tan solo protegidos por un pellejo pálido, por todos los años que no le había dado el sol más allá de las veces que se hubiese asomado a la ventana, si es que lo hacía. El cabello era blanco, y parecía estar cayéndosele a cachos, sus ojos azules, sin expresión, parecía un cadáver, debía de ser un hombre muy anciano, o consumido. Kit se quedó sin palabras, y no precisamente por miedo. Ahora lo comprendía todo, porque Arsen intentaba que no se le viese, porque todo lo hacía mediante un ejército que tampoco le conocía… todo para evitar que nadie se le revelase, ya que aquello era fácil hacerlo si veían su aspecto tan enfermizo. Posiblemente hubiese contraído una enfermedad hace años, que le habría hecho degradarse de esa manera, y por eso todas esas pociones y experimentos de la primera planta. Ahora todo cuadraba. Arsen no era un hombre temido, tan solo lo era la imagen que los caballeros oscuros habían forjado en las cabezas de los teirakenses y en las suyas propias. Todos respetaban y temían a un ser apenas existente, un hombre situado en la línea que separa la vida de la muerte. Pero al fin y al cabo un hombre inteligente, pues había montado una imagen de si mismo espeluznante, cuando el no lo era, y todo gracias a su ejercito, un ejército engañado. Aquello tan solo había sido un circo, un circo formado por mentiras que todos tuvieron el error de creer, pero ahora que le veía frente así, moribundo en la cama se sintió idiota, por haberse dejado engatusar de aquella manera.

El anciano le miró fijamente a los ojos, parecía querer decirle algo.

-         Enhorabuena, eres el segundo en verme en mucho tiempo.

-         Espero no terminar como el primero – contestó Kit recordando a Jane, la hermana de Ali, ella había sido la primera. El anciano rio entre toses.

-         Si te portas bien no lo harás.

-         Igualmente, dudo que pudieses hacerme algo… - Arsen enarcó una de sus cejas, a penas poblada, al igual que su cabeza.

-         No me subestimes muchacho – Kit sintió como si tras aquellas palabras aquel hombre hubiese entrado de golpe en su cabeza, recogiendo información, enterándose de todos sus secretos ocultos. Tal vez solo fuese una sensación, o tal vez fuese exactamente eso lo que acababa de hacer aquel anciano.

-         ¿Por qué me has traído hasta aquí Arsen? – preguntó el muchacho, comenzando a inquietarse.

-         Te he traído aquí para cumplir tus deseos, en concreto aquel que más anhelas. A cambio de un pequeño favor – Kit entrecerró los ojos.

-         No conseguirás sobornarme insecto.

-         Y si te digo que podría hacer que la mujer que más deseas te amé, ¿entonces aceptarías mi soborno? – Kit palideció y dudo de sí mismo y de su capacidad para rechazar el amor de Rena, en concreto su falso amor. Negó con la cabeza. Claro que no aceptaría, si Rena alguna vez le amaba tendría que ser por lo que él era, por dentro y por fuera, no tan solo por algún especie de hechizo que causase su confusión.

-         No – Pero Arsen, le ignoró y continuó hablando, el joven sentía como este se metía en su cabeza, revolviéndolo todo, estaba seguro de que aquel anciano se estaba aprovechando de él, poseía magia y parecía controlarla bien. Intentó expulsarle de su cabeza, pero no podía.

-         Tan solo tendrás que evitar que tus amiguitos lleguen aquí, asesinándolos – dijo Arsen, sonriéndole maléficamente – Sé que no estás solo, a pesar de que solo capto tu energía, debes de ser poderoso – comentó.

-         ¿Y por qué no se lo dices a tus caballeros? – preguntó el joven aprendiz, desafiante – ¿A qué tienes miedo? – Las pupilas de Arsen se dilataron bruscamente. Kit ahora se sentía seguro, aquel hombre le necesitaba vivo, y eso le otorgaba poder.

-         Lo haría si vosotros no hubieses apresado a la pequeña parte de los caballeros que tengo hoy en mi castillo, digamos que no me esperaba que nadie se atreviese a entrar en él, tenía que haber sido más precavido – explicó, intentando engatusarle, Kit lo notaba por la dulzura de sus palabras, apartó la mirada de sus ojos que parecían absorberle – Pero gracias a los Dioses te tengo a ti y he podido captarte – dijo sonriente.

-         Dudo de que eso sea cosa de los Dioses.

-         Quién sabe, tal vez estén de mi parte – Kit intentó alejar la imagen de la semidiosa de su cabeza, trató de evitar que nada relacionado con ella apareciese dentro de él, pero le fue imposible. Ahí estaba ella con sus ojos negros y cabello a juego, además de aquellos labios rojizos y esas curvas, increíblemente atrayentes. Luego pensó en su dulzura, en su sonrisa… mientras notaba como Arsen, dentro de su mente, captaba toda aquella información, palideciendo.

-         A sí que esa mujer está aquí ¿no?, y déjame que adivine, ha sido enviada por los Dioses para eliminarme, que predecible, pero yo no lo soy tanto como ellos, eso me da puntos de ventaja – sonrío. Kit se castigó por dentro por haber delatado a la semidiosa ante los inteligentes ojos de Arsen, que todo lo sabían, pero ya no podía hacer nada para solucionarlo. Kit buscó bajo su túnica un cuchillo, quería matarlo, necesitaba hacerlo. Solo el imaginar lo que podría hacer con todo el poder que tenía por dentro, temblaba, por Rena. Pero Arsen le detuvo, su mano quedó paralizada, no podía moverla, intentó dar un paso al frente, tampoco pudo, o al menos no hasta que él se lo ordenó, una vez lo hizo, sus piernas se movieron solas hacía el borde de la cama.

-         Vas a hacer lo que yo te ordene jovencito – afirmó.

-         No acataré tus órdenes, antes prefiero la muerte.

-         Muerto no eres de mi utilidad – Arsen se incorporó levemente de la cama hurgando con la mano en uno de los cajones de su mesilla de noche, que estaba repleto de frasquitos de los que habían hallado en la primera planta.

-         ¿Son pociones para sanar tu enfermedad verdad?

-         ¿Qué enfermedad?

-         No te hagas el tonto, estas enfermo.

-         No es exactamente eso, estoy podrido por dentro, esto es lo que pasa cuando un mago comienza a utilizar la magia negra.

-         Eso es imposible.

-         No lo es, un mago puede pasar a ser un brujo si utiliza su magia de forma maligna en vez de curativa, y eso es lo que hice yo. Te mata por dentro. Y es lo que te pasará a ti si no me obedeces – Kit comenzaba a estar muy asustado, tal vez ese hombre no fuese físicamente fuerte, pero si era poderoso por dentro, tal vez aquello fuese aun peor.

-         ¿Y que tratan de hacer esas pociones? Tu alma ya esta muy podrida – dijo entrecerrando sus ojos y analizando su aura – no tienes solución – comentó con interminable repulsión.

-         Lo sé, pero mientras tanto un aliado intenta crear una poción que limpie mi aura, aunque de momento esta ha sido imposible de crear, asique me conformo con sus pociones paliativas- Kit recordó las iniciales BT en todos los frascos de la primera planta, aquel debía de ser su aliado – Aquí está – dijo sacando un frasquito con un líquido negro en su interior, Kit lo examinó con curiosidad, no entendía que era lo que aquel hombre trataba de hacer – esta poción pudre el alma de los magos que la ingieren, ya has visto como hice que tus pies se moviesen en contra de tu voluntad, podría hacer que enjerieses esta poción sin problemas – El joven de ojos esmeraldas se tapó la boca involuntariamente, temblando, haciéndose ver débil, cosa que parecía gustar a Arsen. Deseó morir antes que pudrir su alma, pero ahora él no era el que decidía – Mátalos Kit, confían en ti, les pillarás de improvisto, será fácil, te lo prometo – dijo mientras sonreía, algo repulsivo visto desde los ojos de Kit, ¿Cómo alguien podía sonreír mientras pronunciaba las palabras asesinar? Aquello era escalofriante.

-         No pienso hacerlo – Arsen trató de hacerlo andar, pero Kit sacó fuerzas de donde no tenía. Impidiéndolo. El anciano comenzaba a irritarse.

-         Si no pones un poco de tu parte, dejarás de serme útil y te pudrirás tal y como lo hice yo.

-         Si eso significa salvar la vida de mis amigos, que así sea.

-         Muy valiente por tu parte mago, pero al igual que le paso a Alexander, la valentía y la lealtad frente al mal, son solo puntos débiles – Kit recordó entonces la historia que Denis les había contado hace semanas sobre como Arsen eliminó a su padre, tal vez a él le esperase lo mismo. Tragó saliva.

-         Alexander fue un gran hombre, es un honor tener sus cualidades – Aquellas palabras parecieron molestar al anciano. Que quedó en silencio. Silencio que Kit aprovechó para seguir recordando, en concreto la causa de la pelea entre Arsen y Alexander años atrás - ¿Sabes? Eres un hipócrita, Alexander y tu discrepabais en una cosa, él se negaba a asesinar a los brujos, porque creía que no todos merecían la muerte, mientras que tu afirmabas que si la merecían, todos y cada uno de ellos. Dime, ahora que tú te has podrido por dentro, ahora que eres un brujo, ¿Crees que mereces la muerte? – Arsen se sobresaltó ante aquellas palabras y pareció enrojecer bruscamente, levantando el frasco que contenía aquel líquido capaz de pudrir auras y obligando a Kit a acercarse más a él. Este intentó resistirse mientras notaba como su boca se abría de par en par, preparada para recibir aquel líquido oscuro. Se amarró a las sabanas, clavando sus uñas en ellas como un gato, y agitó la cabeza, de un lado a otro, pero cuando Arsen levantó el frasco, esta se quedó quieta, y vio el líquido verterse dentro de él. Sentía un fuerte picor en la garganta, y más tarde un quemazón en el estómago. Había ingerido aquel repugnante líquido. Sintió un repentino dolor, como si le hubieran pegado un puñetazo en el estómago y calló de rodillas al suelo, dejando reposar la frente en este, con ganas de devolver. Pero no podía.

 

 

Agatha llegó a la puerta, estaba alterada, y a la vez agotada, subir aquellas interminables escaleras caracol para ella había sido algo duro, parecía haber escalado una montaña en vez de haber subido dos plantas. Miró la enorme puerta de madera, creía saber quien se encontraba en su interior. Abrió la puerta, entrando de golpe en el interior de la sala y encontrándose a Kit tirado en el suelo de la habitación, corrió hacía él.

-         Mi niño… - susurró, tumbándole torpemente bocarriba. Seguidamente se incorporó del suelo, Kit permanecía inconsciente, y miró al hombre que reposaba en la cama con repulsión. Reconocía aquel rostro, que años atrás había sido tan bello y tan amado por ella, hasta casi llevarla a la locura- Ismael.

El anciano se incorporó de la cama, con cuidado, sonriéndola. Él también la había reconocido, Agatha le había robado el corazón años atrás, pero lo suyo no había sido posible, él era un mago y ella una bruja, no podía ensuciar su reputación, así que la abandonó. Un año después se alistó en el ejército de Alexander y con el tiempo logró ser reconocido por este, para más tarde asesinarlo, la avaricia y el odio hacia los brujos le habían vuelto un asesino, y no se arrepentía. Aunque sabía que sonaba hipócrita, pues él ahora era uno de ellos, pero no podía permitir que nadie le hablase como lo había hecho el joven de ojos esmeraldas, pensó mirando al suelo. Allí se encontraba el muchacho, inconsciente, mientras su alma se podría poco a poco. Sonrió plácidamente.

-         Agatha.

-         ¿Qué le has hecho? – preguntó la anciana entre lágrimas.

-         Le di la oportunidad de estar a mi lado y rechazó mi oferta, tiene lo que se merece.

-         ¿Enserio lo crees? Kit no tiene lo que se merece, jamás lo tuvo. Es una persona maravillosa, tierna y dulce, estar inconsciente en el mismo lugar donde tú te paseas no es para nada algo que tenga merecido, eso es justo lo que mereces tú sucia sabandija. ¿O acaso crees que tú mereces la vida? No mereces ni el simple hecho de haber nacido Arsen. Que tonta fui al amarte.

-         Antes me veías con otros ojos – dijo mirando pícaramente.

-         Antes no dabas tanto asco. Aunque seguías siendo un imbécil, además de un egoísta e hipócrita. Estaba claro que nunca serías una buena persona, nunca serás Kit.

-         Soy mejor que eso – contestó ofendido.

-         ¿Así? Dime, ¿Cuánta gente llorará tu muerte? Porque yo dudo que alguien lo haga, bailaran sobre tu cuerpo inerte Arsen, escupirán sobre él. Te devolverán todas y cada una de tus maldades, y una vez hallas desaparecido, tu recuerdo será odiado y expulsado de las mentes de todos aquellos que pisen la faz de Teirak, porque solo les provocarás repulsión – Agatha tomó aire, tenía demasiado rencor hacia aquel hombre no pensaba parar – Lo tenías todo Arsen, todo. Una casa preciosa, dinero, una familia, una joven que te amaba… pero todo aquello nunca fue suficiente para ti ¿verdad? Nunca nada lo era, y puesto que la felicidad no se compra con dinero, tú eras un muchacho infeliz.

-         No necesito que nadie llore mi muerte, ni eso ni el cariño de ningún ser, sois inferiores a mí.

-         Más bien tú eres inferior a nosotros – Arsen entrecerró los ojos - ¿Sabes? supe que eras tú desde el primer momento que capte tus interferencias mágicas, solo tú eras capaz de crear ondas tan fuertes, solo tú tienes tanto poder para ello, o al menos antes era así. Ahora solo eres un anciano enfermizo, que lleva años sin que el sol toque su piel. Que vida tan triste.

-         Sigues siendo tan provocadora como lo eras hace años Agatha… tan irritante.

-         Y tú sigues siendo infinitamente despreciable, al parecer las cosas no han cambiado desde entonces – Bueno si, ahora eres realmente espantoso – Arsen apretó su mandíbula con fuerza.

-         Tú tampoco es que seas una belleza Agatha.

-         Al menos yo lo soy por dentro.

-         Cállate ya y dime ¿dónde está esa tal Rena?

-         Jamás – dijo mientras que movía rápidamente sus manos al frente y mandaba hacia el delicado cuerpo de Arsen una fuerte ventisca que le hizo golpearse contra el cabecero.

-         Sigues siendo buena - dijo mientras volvía a fijar sus ojos en ella, asesinándola con la mirada. Con un movimiento de manos, hizo que la anciana flotará en el aire, mientras la ahogaba. Agatha sintió una presión en el cuello, la presión de algo invisible como el aire.

 

Rena, Denis y Ali vieron como las heridas de Bastian desaparecían como si jamás hubieran existido, aquellas pociones debían de ser poderosas, y la persona que las hubiera creado aún más. BT, recordó Rena. Bastian había abierto los ojos sorprendido, examinándose el cuerpo, sin hallar nada en él, era increíble.

Después de esto habían Salido de la habitación a toda prisa, debían de llegar a la tercera planta cuanto antes, pues habían notado la ausencia de Kit y Agatha y posiblemente aquel fuese el lugar donde estuvieran. El instinto de Rena eso le decía, y todos la seguían ahora escalera arriba. Rezaba porque Kit estuviese bien, no quería perder a su mejor amigo, no quería hacerlo, se fustigaría por su perdida el resto de sus días.

Llegaron a una enorme puerta de madera, Rena iba a tramar un plan de ataque cuando Denis, hizo honor a su fuerza, dando un fuerte frontal a la puerta, echándola abajo, en una polvareda de humo, estaba alterado, quería encontrar a Kit cuanto antes. Los demás le miraban sorprendidos.

-         Creo que la puerta estaba abierta – comentó Bastian.

-         Esto es más rápido…

-         Y mucho más silencioso sin lugar a dudas – dijo el caballero oscuro irónicamente.

Cuando la polvareda desapareció Rena vio tres cuerpos, uno era el de Kit en el suelo, otro el de Agatha flotando inquiera en el aire, y el tercero, un hombre anciano en una enorme cama. Era Arsen. Parecía una mota de polvo en un desierto de arena, no era nada increíble, nada llamativo. Ahora entendía porque no dejaba que nadie le viese.

Rena le miró incrédula, ¿aquel era el hombre al que tanto se temía en Teirak? Dirigió sus ojos hacía Bastian, que miraba al anciano de cabellos grisáceos boquiabierto. Se sentía engañado, utilizado, estúpido…

-         He estado acatando tus ordenes durante años… he sido tu títere… ¡títere de un hombre enfermizo! – exclamó el caballero oscuro, deseando llegar a él y matarle, por haberle tenido engañado durante tantos años – todo era una gran mentira a tu favor, me das asco – Arsen rio entre toses.

-         Sois tan estúpidos – comentó, aumentando la furia de Bastian, que iba a salir disparado hacía él cuando una enorme mano le sujetó de la muñeca, era Denis.

-         Tranquilo – le susurró calmando al apuesto joven de ojos azules.

-         Valla, valla, si está aquí el hijo del difunto Rey de Teirak, cuantos conocidos han venido a visitarme. ¿Venís a hacerme una fiesta? – preguntó maléfico.

-         Venimos a organizar una matanza – Respondió Denis, con calma, pero no sin odio, frente a él estaba el asesino de su padre. Ali le miraba con los mismos ojos, con el mismo rechazo.

-         Yo tal vez no te suene, pero si lo hará mi hermana Jade – Arsen asintió con la cabeza sonriendo de una forma realmente escalofriante.

-         Y tú debes de ser Rena – esta le miró con el entrecejo fruncido toda ella estaba en tensión esperando cualquier señal por parte de Arsen que la invitara a matarle. Tampoco paraba de mirar al suelo, allí estaba su amigo, querría correr hacia él y abrazarlo, acurrucarlo entre sus brazos, protegerlo. Arsen acababa de depositar a Agatha en el suelo, que ahora corría hacía ellos, asustada.

-         Así es – dijo mientras arrebataba de las manos de Ali el arco y apuntaba hacía el, pero ante su sorpresa, no pudo disparar la flecha, sus manos estaban paralizadas. No comprendía que era lo que estaba pasando.

-         Es capaz de paralizar los cuerpos, además de moverlos a su gusto – explicó una asustada Agatha – ahora es un brujo – todos los presentes en la sala parecieron sobresaltarse ante aquellas palabras. Aquel hombre que asesinó movido por el odio hacia la magia negra, ahora la utilizaba. Denis miró a Rena incrédulo y seguidamente desenfundó su espada, dirigiéndose al cuerpo de Arsen, intentando matarlo, pero tampoco pudo hacerlo. Los siguientes en intentarlo fueron Bastian y Ali, pero tampoco fueron capaces, al parecer, aquel hombre tal vez no tuviera una fachada peligrosa, pero verdaderamente su magia si lo era.

 

Kit poco a poco fue recuperando la consciencia, se sentía extraño, pero sin embargo, seguía siendo él. Tal vez la poción no hubiera hecho efecto. Miró hacía la puerta, allí estaban Rena y el resto de sus compañeros, aparentemente paralizados. El corazón le dio un vuelco, la cosa no parecía ir bien. Arsen ahora se disponía a crear un hechizo de ataque. Miro extrañado como unas puntiagudas cuchillas se creaban en el aire, apuntando hacia aquellos a los que él tanto quería. Entonces hurgó debajo de su túnica, ahí estaba el cuchillo que Rena la había regalado, lo había perdido hace unos días, pero por suerte, Denis lo había encontrado debajo de la cama. Se levantó de golpe con cuchillo en mano y apuñalo el brazo del viejo Arsen, que gritó asustado, no parecía haberlo esperado. Kit ahora miraba hacía Rena y Denis que corrían hacía el anciano, pero este, se hallaba ya recuperando fuerzas, estaba a punto de paralizarlos, entonces Kit expandió su aura fuera de él, más poderosa que nunca, protegiendo a sus compañeros, pues el hechizo colisionó contra ella, esta ahora era negruzca. Sus brazos temblaron, ¿y si la poción si hubiera hecho efecto? Sintió un enorme temor en el pecho, pero trató de respirar hondo y continuar protegiendo a sus amigos.

Arsen volvió a intentar su hechizó paralizador, pero todo lo que él creaba colisionaba contra los fuertes escudos de Kit. Aquel muchacho era más poderoso de lo que él había imaginado.

Rena corrió con la espada desenvainada, saltó a la cama impulsándose sobre esta y cayó precipitadamente sobre el cuerpo de Arsen, el cual casi atravesó con el filo de su arma, si no fuera porque un hechizo creado en el último momento por el brujo la golpeó fuertemente. Había sido como enfrentarse a un huracán de aire, primero sintió como este la absorbía y después seguidamente como la lanzaba lejos de la cama, golpeándola contra la pared y cayendo al suelo. Bastian la miraba tenso, sobre todo cuando Arsen hizo levitar una espada que se encontraba en el habitáculo de forma decorativa lanzándola fuertemente, como si fuese una flecha hacía una Rena aturdida, que a pesar de ello, rodó por el suelo evitando que la alcanzará. El muchacho de ojos azules respiró tranquilo al verla en perfecto estado, y aprovechando que ahora Arsen estaba centrado en la muchacha corrió hacía el metiéndose por debajo de la cama donde se encontraba y clavando a ojo la espada en esta, esperando acertar, pero no lo hizo, tan solo le hirió un muslo. Arsen gritaba, no parecía creer lo que estaba pasando. Una rebelión y él una presa en su propio refugio.

 

Debería haber insistido en que el ejercito siguiese buscándolos, que se asegurasen de que estaban muertos, pero aquellas semanas no había tenido suficientes fuerzas para ello, su aliado había estado probando pociones en él, y eso le dejaba fuera de su ser.

Se castigó por haberse descentrado de la batalla pues ahora veía venir hacía él un enorme cuerpo, parecía casi un armario del castillo, era el hijo de Alexander. Aquella fuerza y musculatura había sido fruto de su encarcelamiento, jamás hubiera imaginado que pudiese ser salvado de aquel infierno al que él le destino. Al parecer últimamente las cosas no le estaban saliendo como él quería. Kit tenía razón los Dioses no estaban de su parte, pero no se rendiría tan fácilmente.

 

Denis estaba a punto de alcanzar el cuerpo de Arsen cuando este, hizo levitar hacía él una mesilla de noche, que el gladiador no pudo esquivar por culpa de su gran tamaño. Aquel lugar se le quedaba pequeño.

Rena examinaba la sala, tratando de buscar la manera de llegar a aquel ser sin ser lastimados por sus conjuros, pero estaban en una habitación y se encontraban al descubierto, aquello era algo difícil de hacer. La semidiosa vio salir a Bastian de debajo de la cama, en contra de su voluntad y seguidamente volar por los aires, para acabar tirado en el suelo. La muchacha sintió que la cabeza le daba vueltas, no encontraba forma aparente de llegar a él, y Kit comenzaba a estar cansado de tanto parar determinados hechizos.

 

La plaza de Irsinia estaba plagada de comerciantes, y teirakenses realizando sus compras, parecían haber tenido un día tranquilo, pues los caballeros oscuros no les habían atacado aquella tarde. Compraban plácidamente, como si el mal no existiese en Teirak aquel día.

Una joven de ojos almendrados, pelo alborotado pelirrojo y mofletes plagados de diminutas pecas estaba acariciando unas telas, parecía pretender comprarse alguna de ellas. Era la misma muchacha que un día atrás había sonreído a Kit, ella le recordaba perfectamente, aunque dudaba que él lo hiciera. La joven pecosa se había quedado prendada de aquellos ojos esmeraldas aquella mañana. Sintió una enorme vergüenza cuando el joven la sonrió, tan forzado… estaba claro que no estaba a la altura de él, respiró hondo mientras acariciaba una tela morada, del mismo tacto que su vestido verde. Fue a respirar de nuevo, casi distraídamente, cuando cayó en que no podía hacerlo, era como si el oxígeno que la rodeaba hubiese desaparecido. Trató de respirar una y otra vez, esta vez profundamente, pero definitivamente no podía, calló al suelo de rodillas, creyendo que era problema de sus pulmones, pero se sobresaltó al descubrir que todos los allí presentes gritaban, gastando el poco oxigeno que les quedaba en los pulmones, amarrando sus cuellos, tratando de respirar sin éxito, el pánico cundió, incluso varias personas la pasaron por encima. Teirak en aquel momento era un mundo sin aire, un lugar improvisto de oxígeno para sus habitantes, que parecían estar sumergidos en las profundidades de un océano del cual no podían huir, trataban de nadar buscando la superficie, pero aquella superficie ya no existía.

2 comentarios:

  1. ¡Bravo Abie! Me ha encantado cómo te has traído pequeños detalles que están por todos los anteriores capítulos y que han terminado teniendo un mayor significado en este. Lograste despistarme por completo con Bastian, vaya que me dejó pillado. Y Kit, se ha hecho todo un hombre, ha madurado, ha aprendido a dominar su temor y actuar y dar cara a las dificultades y Agatha, cada capítulo más adorable, muy bonito el nexo entre ellos dos. Ahora voy a comentarte en el siguiente capítulo, que no me he aguantado y me lo he leído, no iba poder esperar hasta la semana entrante. :)

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    1. Gracias por tu apoyo y tu cariño Pierre, me encanta poder ver tus comentarios en mi blog y verdaderamente sentir que te apasiona mi historia, eso me llena de alegría, gracias de todo corazón. Si logré despistarte, hacerte dudar, entonces, logré mi meta con Bastian en este capitulo jaja. Kit ha madurado mucho a lo largo de la historia! :))

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