domingo, 8 de junio de 2014

4. Un cambio repentino.

El canto de los pájaros les hizo despertar, mientras el sol ya doraba la piel de ambos. Kit fue el primero en abrir los ojos y el primero en ver la posición en la que se encontraban. Él, tumbado boca arriba cómodamente y Rena acurrucada en él, abrazando su torso con uno de sus brazos. Debía de a ver abandonado su manta por la noche mientras dormía y haber invadido la suya en busca del calor humano. La miró y la acarició su lustroso pelo. Sus pestañas negras aún se encontraban entrelazadas. Pero tardo poco en desplegarlas.

-          Lo siento, lo siento – Dijo mientras se apartaba de Kit desperezándose y abría del todo sus ojos.

-          Tranquila ni siquiera me di cuenta, debiste dormir muy quieta – Kit se había quedado con ganas de disfrutar más de aquel amanecer con Rena, pero ahora la joven se había despertado y sus deseos quedarían insatisfechos – Puedes volver a tumbarte, no me molestas.

La joven quedó sorprendida ante el comentario de Kit, no se había acurrucado en el aposta, sino mientras dormía, no deseaba hacerlo, era su amigo, y ese gesto no implicaba amistad, sino amor.

-          No, déjalo – Volvió a tumbarse, pero esta vez lejos de él, comparado con la cercanía que minutos antes habían compartido. Kit se sintió avergonzado, la había incomodado.

-          ¿Te duele el brazo? – Preguntó intentando cambiar de tema. Aquel hombre vestido de negro la había dañado y él había permanecido quieto ante su acción.

-          Ya casi ha cicatrizado, soy una semidiosa, mis heridas sanan rápido, pero apuesto a que las de ese tal Otis no – rió mientras miraba su brazo, aún arropado por la camisa de aquel hombre.

-          ¿Seguirá cojeando?, aquel individuo se lo merecía – Hizo una pausa mientras recordaba al otro joven que salió casi intacto en la batalla, era sanguinario con la espada – Pero su acompañante, apenas sufrió daños… siento el no haber colaborado en su destrucción.

-          Se llamaba Bastian, y él se apiadó de mi, por lo que yo futuramente, si nuestros caminos se vuelven a cruzar me apiadaré de él – Rena recordó como se había arrepentido de herirla y la había intentado sanar, eso no era propio de un caballero como él.

-          Soy monje, la piedad esta a la orden del día en mi vida, perdono y me apiado de todos aquellos que vienen a mi templo, que han tenido pecados menores, ¿pero él Rena? , él es un monstruo, no un humano.

-          Los Dioses predicaron amor y comprensión para todos los seres humanos sobre la faz de Teirak, sin excepciones Kit, deberías de saberlo.

Claro que él lo sabía, había estudiado las predicaciones de los Dioses más veces de las que recordaba y falsamente perdonado a personas que mientras su boca les limpiaba del pecado, su corazón se negaba a perdonar. Pero Bastian la había herido, y no a cualquier mujer, sino a ella, su boca esta vez no limpiaría el pecado y menos de aquel hombre.

-          Esta vez ignoraré la predicación de los Dioses.

Rena se incorporó de aquella manta y miró a su amigo intentando comprenderle y al ver su cara remojada en la ira, decidió dejarlo pasar.

-          ¿Qué te parece si nos vamos ya?- Kit respondió a su pregunta con un simple gesto, se levantó y dobló su manta, Rena le imitó y juntos volvieron a emprender camino hacía su próximo destino, el coliseo. No tardarían en llegar.

 

 

Dennis se encontraba en una habitación subterránea del antiguo coliseo de Teirak, movía su espada como un, ángel, ágil y letal. Había vencido unas 240 batallas en sus 30 años de vida, treinta años de vida únicamente basados en la supervivencia y como única compañía una espada y su amo que le vigilaba. Solo podía salir a la calle si él le acompañaba y siempre vigilados por caballeros oscuros, por si en algún remoto momento se cansaba de esa triste vida y decidía escapar, impedirlo, ¿pero cómo iba a hacer eso?, ni siquiera tenía donde ir, desde los 16 su vida había estado en el coliseo y no era capaz de ver más allá de él. Su mundo estaba teñido de rojo, del mismo rojo que la sangre de los contrincantes, que él había derramado. Su culpabilidad así lo teñía. Era el antiguo príncipe de Teirak y ahora un castigado gladiador con un corazón más grande que la enorme palma de su mano, pero al fin y al cabo un hombre cuyo trabajo era arrebatar vidas.

Su rostro estaba lleno de facciones rudas que no le hacían menos atractivo sino al contrario, su pelo pelirrojo rapado, y sus ojos almendrados y seductores color café destacaban en su piel apenas bronceada. No paraba de mover su espada, se notaba la práctica de los años en cada movimiento, no era de extrañar que ganara tantas batallas.

Hoy tenía una, y volvería a esquivar a la culpa y teñir un tono aún más rojo su vida. O eso creía.

Su contrincante, un joven de su edad, y según su amo, una víctima fácil, llevaba menos de 4 años en ese mundo y  comparado con los años de Denis no eran nada.

La lucha se acercaba y mientras tanto el no dejó de mover su espada, los gritos eufóricos del público le aclamaban, el espectáculo se acercaba, el momento llegaba. Golpeó su espada contra su escudo lo más fuerte que pudo, reclamando el apoyo mayoritario del público, que venía explícitamente a poder verle en acción, era un ídolo para toda Teirak.

Su contrincante desde la sala subterránea opuesta a la suya le imitó, rugiendo como un tigre, ese vozarrón no venía de un cuerpo pequeño, sino de un cuerpo formado como el suyo o incluso más grande, un cuerpo deseoso de derramar sangre de su actual ‘’enemigo’’, repleto de ira, y por primera vez en sus 240 batallas, en sus 30 años de vida, un escalofrió recorrió todo su cuerpo, y sintió miedo de acabar como una de sus víctimas.

Lo que él no sabía es que hoy entre la muchedumbre de las gradas, un ángel, le arroparía.

 

Rena y Kit podían ver ya de lejos el templo, una gran construcción de piedra grisácea en forma circular plagada de gente, las puertas de madera parecían gruesas, casi tanto como las paredes. La caminata había sido increíblemente incomoda, tras los sucesos de aquella mañana, que habían dejado a Kit avergonzado ante la posibilidad de que Rena hubiera descubiertos sus sentimientos hacia ella, unos sentimientos ocultos desde aquel día que la vio aparecer desnuda en el templo y que ahora estaban a flor de piel. Silenciosos fueron acercándose paso a paso al templo, ya podían oír los gritos del público, que se preparaba para ver el combate. Ella hoy se integraría entre ellos, pero no para ‘’disfrutar’’ del espectáculo, ella tenía otros planes. Debía de averiguar donde se encontraban los sótanos del coliseo y después de la lucha, bajar a estos y hablar con Denis, el único hombre sobre la faz de Teirak que conocía la verdad de Arsen. Hoy ella también la sabría.

Cuando llegaron a la puerta Rena se dirigió a Kit para indicarle el plan.

-          Escúchame atentamente, es importante que esta vez nos coordinemos bien. Nada más entrar yo me desviare del camino siguiendo las primeras escaleras que vea que se dirijan a la planta subterránea, tú sin embargo has de seguir en dirección hacia las gradas y quedarte entre la multitud, allí estarás seguro. Te prometo que no te volverá a pasar nada.- Kit asintió con la cabeza, se sentía seguro en aquel lugar, a pesar de la cantidad de caballeros oscuros que lo custodiaban de lejos. Estaba seguro que ante el mínimo problema, por miedo a una revuelta contra ellos  por su constante presencia incluso en espectáculos como ese, entrarían al coliseo y arrasarían con todas las personas que hubiera en él. Pero a pesar de ello se sentía seguro ante la muchedumbre.

-          Esta vez ve tranquila hemos aprendido de nuestro anterior error, ¿no?. Tendremos cuidado y yo te esperaré en la grada más alta del templo a la derecha, cuando encuentres los sótanos donde meten a los gladiadores después de la lucha, búscame. – Kit tenía razón, por lo menos ella aprendió de su error, no volvería a dejar a Kit desarmado solo, y ante la mínima sospecha de que algo va mal correría a buscarle.

-          Si hemos aprendido la lección así qué, ¿llevas el cuchillo? Y recuerda no te muevas de esa grada y si algo va mal y los campesinos huyen tu hazlo haya donde lo hagan ellos, camuflado entre sus cuerpos, además yo nunca más volveré a alejarme demasiado sin necesidad.-  Kit palpó uno de los bolsillos del pantalón asegurándose.

-          Si, voy armado – La puerta estaba ante sus narices, Rena camufló su espada con la túnica y se colocó la capucha y con una palmadita en la espalda se despidió de su amigo.

 

Los túneles de piedra de los pasadizos en forma de arco la cubrían impidiéndola ver el cielo, la temperatura había bajado nada más tomó aquella primera escalera en dirección a los subterráneos, que estaban desiertos, todos debían de estar en las gradas.

No paraba de bajar escaleras, aquello parecía un laberinto. Entonces comenzó a escuchar voces provenientes de las plantas más bajas de los subterráneos que la guiaron como una estrella fugaz por aquel lugar tan hostil, hasta para ella. Las voces eran de dos hombres adultos, que discutían sobre la pelea que se debía de estar a punto de comenzar en el coliseo.

Una vez llegó al lugar de donde provenían las voces, pasó con cuidado, silenciosa frente a ellos, sin que la apreciasen. Había llegado a la celda de Dennis su nombre tallado en la piedra de aquella fría celda se lo dejaba claro. Y uno de los hombres que hablaba frente a ella debía de ser su amo, pues todo gladiador tiene uno. Se escondió tras a una pared y saco una hoja de pergamino junto con una pluma que había guardado en la funda de su espada, e inmediatamente después una navaja de hierro con la que se corto una de las yemas de sus preciosos dedos. Cogió la pluma y se dispuso a dibujar el camino que había recorrido en el pergamino con su propia sangre, no fuese que no lo recordase, no podía permitirse eso, y quedarse allí ahora con esos dos hombres tan cerca de aquella celda no era seguro.

Estaba a punto de finalizar el mapa cuando la conversación de aquellos dos hombres la envolvió por primera vez desde que había entrado en aquella sala, y se centró en ella. Había escuchado el nombre de Dennis y las palabras que le habían acompañado no eran de su agrado.

-          Cree que hoy ganará de nuevo, iluso– Rena no apreciaba los rostros de aquellos dos fornidos hombres y no estaba dispuesta a asomarse demasiado por miedo a ser descubierta.

-          Es tu mejor gladiador no sé cómo has podido amañar este combate Reus.- Dijo la voz de uno de ellos perpleja.

-          Tiene ya treinta años, no lucha como antes, y me han ofrecido un nuevo gladiador,  mucho más joven y dotado, le entrenaré como ya lo hice una vez con Dennis y crearé otro mito para el pueblo.

-          Tanto esfuerzo con Dennis para esto. – Dijo molesto el hombre más fornido. Parecían ser compañeros, o haber trabajado juntos con el príncipe gladiador para convertirle en lo que hoy era.

-          Él ya me ha dado los frutos de todos mis esfuerzos, pero ahora la cantidad de estos frutos van decreciendo y ya es hora de talar este árbol viejo.

-          ¿Viejo?, solo tiene treinta años.

-          Demasiados para un gladiador, sus años de gloria ya pasaron. – Concluyó aquel tal Reus, que al parecer debía de ser el amo de Dennis – Hoy será su final, un final que no dejará indiferente a nadie, esta lucha será la mejor nunca vista.

-          Aquel hombre contra el que le vas a enfrentar, es lo más parecido que he visto a un monstruo, dudo que nuestro Dennis dure apenas un par de minutos en esa pelea…

Reus le interrumpió.

-          Que poca fe en ‘’nuestro’’ chico, yo apuesto por los 20 minutos más increíbles en la historia de los gladiadores. Esta batalla será recordada hasta el último minuto de las vidas de aquellos que están sentados en las gradas. Y así sería.

 

 

Kit se había acomodado justo en el lugar que le indico a Rena, para evitar problemas y fingía euforia por la batalla que iba a comenzar, intentando imitar al resto de pueblerinos, que gritaban como posesos el nombre de su gladiador favorito : Dennis.

Una anciana que se sentaba a su derecha se dirigió a él.

-          Nunca has visto una batalla ¿verdad muchacho?-  sonrió con los poco dientes que le quedaban en la boca.

-          No, es la primera vez.

-          Pues entonces te encantará, has venido a ver al mejor gladiador de la historia, no hay nadie como él, muchacho – dijo casi en un susurro, la edad y los disgustos parecían haberla comido.

-          Eso me han dicho – hizo una pausa pensando sus próximas palabras – pasaba por aquí y me he permitido el lujo de admirar sus habilidades con la espada.

-          Haces bien muchachito- dijo tras una tos ronca.

Aquella mujer parecía muy enferma y Kit no pudo evitar apartarse cuando tosió hacia él. Iba a contestarla cuando fue interrumpida por la voz de un hombre que se había situado en medio del coliseo y gritaba hacia todas las personas de las gradas, que el momento ya había llegado.

-          DAMAS Y CABALLEROS, EL ESPECTÁCULO ESTA APUNTO DE COMENZAR, AGARRENSE BIEN A LAS GRADAS, TANTA ADRENALÍNA NO ES BUENA PARA TODOS LOS PÚBLICOS – Bromeó. Y Kit no pudo evitar pensar en la anciana que se sentaba a su lado y como aquella adrenalina podría dejarla tiesa en el sitió durante el espectáculo. Ella también debió de pensarlo, porque complacida, rio y miró al joven.

-          Tampoco me pierdo mucho ahí fuera si estiro la pata hoy- dijo señalando fuera del coliseo- Kit sonrió, ante la naturalidad de aquella mujer.

El hombre, el centro de atención ahora para todos continuó hablando.

-          HOY TENEMOS CON NOSOTROS AL MEJOR, AL MÁS FUERTE, Y MÁS CABALLEROSO SOBRE LA FAZ DE TEIRAK…. ¡¡¡¡¡DENNIS!!!!! – Las muchachas de las gradas gritaron como locas al oír el nombre del hombre que se colaba en sus sueños más secretos, e invadía todas sus fantasías.

-          ¡QUIERO UN HIJO TUYO! – gritó una de las mujeres más desvergonzadas de todas la grada, levantándose del sitió. Su madre ante tal barbaridad para sus oídos se levantó también del sitio y la soltó tal colleja que Kit pensó que la cabeza de la joven podía a ver salido disparada a la arena.

-          COMPORTATE – La gritó.

Unas gradas más abajo otra mujer  mayor se giro para gritar a la madre de la joven.

-          CONTROLA A TU HIJA, ACACIA,  ¡ES UNA VERGÜENZA¡.

-          OCUPATE DE LA TUYA, ADEMIA. QUE HA LLEGADO A MIS OÍDOS QUE ES UN POCO FRESCA.

-          ¡AL MENOS LA MIA APORTA DINERO A CASA, Y NO HACE FAVORES GRATIS POR TODO EL PUEBLO!.

Kit miraba perplejo el enfrentamiento entre aquellas dos mujeres, y no pudo evitar reír. No había salido del templo, y no había nunca oído la jerga tan vulgar de los campesinos de Teirak.

Las dos mujeres fueron interrumpidas por el hombre que presentaba la pelea, que engulló sus voces con el ruido del hierro oxidado, al subir las rejas de los calabozos para que Dennis pudiera salir y la fiesta comenzara.

Todos se quedaron quietos, con adrenalina incluso entre los dientes, bocas entre abiertas demostraban su emoción y una vez que un hombre musculado salió de la celda, gritaron hasta quedarse sin voz  y después canturrearon su nombre, todos al mismo son.

Dennis saltaba con los brazos en alto aclamando aun más la atención del público. Su rostro estaba lleno de facciones rudas que al parecer no le hacían  menos atractivo para las mujeres del público, que lloraban de emoción, sino al contrario, parecía todo un Adonis.

-          Y AHORA SU CONTRINCANTE… ¡¡ALCANDER!! – el publico pareció desconcertado, como si aquel nombre no le fuese familiar a ninguno.

 

Dennis en el centro de la arena, en su hogar, el centro del mundo en aquel momento, también estaba desconcertado, el si conocía aquel nombre. Era el de un gladiador dedicado tan solo a dar muerte a aquellos que ya no eran útiles en el mundo de la lucha. Lo vio todo muy claro entonces, Reus le había mentido y le había dejado indefenso ante aquel hombre que estaba a punto de aparecer en escena. Sonrió por un segundo decepcionado,-  quien quiere a un gladiador de treinta años cuando puede tener a uno de 20, quien quiere carne de vaca … cuando puede tener de ternera - pensó.

Oía ya los rugidos de Alcander tras las rejas de la celda que se abrían despacio, los  bufidos de aquel animal se sentía casi chocando contra su tímpano. Pero no se rendiría tan rápido, bailaría en aquella batalla hasta la muerte, hasta que sus piernas y sus brazos se resintieran por el dolor y muriera lentamente.

Agarró su espada con fuerza, como si quisiera atravesar el mango y flexionando las rodillas se preparó para la batalla. La verja se abrió dejando paso al monstruo. Era dos veces él , tanto de ancho como de alto, los músculos y las venas se le marcaban tanto que parecía una bomba de relojería a punto de explotar, y su cara sanguinaria con la mandíbula torcida por algún golpe recibido a lo largo de su vida era sencillamente escalofriante.

El público se quedo atónico, sin habla, las bocas más abiertas que nunca.

-          ¿Qué es eso? – pregunto Kit con el rostro en tensión.

-          No lose muchacho- contesto la anciana juntando sus manos miedosa- pero parece de todo menos un ser humano.

Tras estas palabras, Kit aún más asustado lanzó una plegaría al cielo. Y se preguntó que hacia Rena que no había ya llegado a las gradas. ¿Y si Dennis moría en aquella batalla? , no podían permitir que se llevase la verdad sobre la llegada al trono de Arsen a la tumba.

Rena corría por los pasadizos buscando una salida alternativa que llevase a las gradas , o mejor dicho, a la arena del coliseo. Tenía que impedir como fuera la muerte Dennis, pero la puerta del pasillo por el que había entrado ahora estaba cerrada con llave, había dado multitud de estacazos con la espada en la cerradura, pero como ya dijo una vez, las puertas eran casi tan enormes como las paredes.

No paraba de dar vueltas, sin rumbo a ninguna parte, o eso parecía por que hiciera lo que hiciera siempre acababa en el mismo sitio, la celda de Dennis. Definitivamente no había puertas alternativas, estaba encerrada.

Alcander se abalanzó sobre Dennis con su hacha en mano , parecía dispuesto a trocearle en trocitos y acto seguido comérselo. Dennis le esquivo con un movimiento ágil, toreándole. Esquivando los golpes como mejor sabía, el monstruo se giró enfurecido y paso su hacha a la altura de su cabeza obligándole a inclinar todo su cuerpo hacia atrás y después la paso a la altura de sus tobillos haciendo que en un intento de alejarse del arma callera al suelo . De las bocas del público se escapo un grito de angustia, al ver en que peligrosa situación se encontraba su héroe. Alcander entonces elevó el hacha a la altura de su cabeza con la intención de desmenuzarle, pero cuando el arma estaba a punto de rozar la piel bronceada del Gladiador, este rodo por el suelo alejándose de su contrincante. Fue un movimiento muy rápido que dejo al público sin aire en los pulmones. Entonces Dennis se levanto como pudo y corrió hacia el otro extremo de la arena, intentaba agotarle, el monstruo era fuerte pero no ágil, ni con buena condición física y él en eso le daba mil vueltas, había recibido los mejores entrenamientos en manos de su amo, el mejor entrenador de Teirak, que no solo se había centrado en cada uno de sus músculos, sino que también lo había hecho en cada una de las capacidades físicas básicas del ser humano, como lo son: la flexibilidad, velocidad y resistencia. Lo tenía todo, lo sabía e iba a aprovecharlo hasta el último momento. Ante el recuerdo doloroso de Reus, el hombre que prácticamente le había criado y ahora lo había ofrecido como presa de perros, le dolió como una puñalada en las entrañas, lo que le dejo ausente durante unos segundos , hasta que las voces aterradas del público hicieron que su cabeza volviese al mundo para girarse y encontrarse con el puño de Alcander en su cara, que lo lanzó dos metros de distancia. Callo de boca en el suelo tragándose la arena y para librarse de ella escupió, ante su sorpresa, sangre. Se levantó y se fue corriendo a otro extremo y se preparo esta vez para estocarle, y cuando el monstruo estuvo lo suficientemente cerca corrió hacía él y se coló entre sus piernas, provocando una gran polvareda y aprovechando que su contrincante estaba de espaldas, desorientado por el polvo, le golpeó con su espada en uno de los costados de la espalda. Alcander se sobresaltó y girando como una peonza con los brazos extendidos derribó a Dennis de nuevo, haciéndole volar por los aires y estampándole contra uno de los muros del coliseo. -Siempre había querido volar como los pájaros – pensó, pero no de esta manera.

Se volvió a levantar, pero no sabía cuántas veces más podría hacerlo, sus músculos comenzaban a resentirse y la cara le dolía una barbaridad. Posiblemente esta sería su última oportunidad de esquivar a la muerte. Se preparó para el golpe final y cuando Alcander estaba cerca levanto la espada y la dirigió hacía su pecho, pero el monstruo paro el arma con la mano cortándosela, y después cogiéndola como si fuera de madera y no de un hierro cortante, la lanzó, tan lejos que llego a las gradas y los teirakenses de la primera fila corrieron para alejarse de su trayectoria. Dennis miró hacía allí para asegurarse de que aquella vestía no había dejado heridos entre su querido público, verdaderamente los quería, ellos le daban vida.

Rena mientras tanto se encontraba en la celda gritando de ira. No tenía escapatoria, entonces vio una rendija en lo alto de la celda, que estaba un poco suelta y oxidada por lo años, arqueó la deja, era su última oportunidad. Corrió hacía ella y metió la espada por una de las zonas donde la verja bailaba, haciendo de palanca hasta conseguir abrirla. Tenía que salvar la vida del gladiador, si es que seguía vivo. Y si lo estaba, esperaba que aguantase unos minutos más, porque aquello la llevaría un tiempo. Maldijo por lo bajo.

Kit se levantó de la grada con un gemido provocado por el miedo, Alcander después de haberse deshecho de la espada de Dennis, se había abalanzado sobre él , lanzando su hacha también lejos, con el objetivo de matarle con sus propias manos, y ahora lo único que les separaba eran las piernas musculosas del gladiador, que estaban posadas en el pecho del enemigo intentando alejarlo de él, pero las manos del monstruo eran largas y sin casi esfuerzos consiguió llegar al cuello del muchacho y comenzó a asfixiarlo.

La cara de Dennis se ponía roja, a conjunto con su cabellera y poco a poco cerraba los ojos, por la falta de riego al cerebro. Había llegado su hora, ya no podía hacer nada al respecto, al menos esperaba haber dado un último espectáculo a la altura de un hombre como él, bajo las piernas dejando que Alcander se ocupara de él y acabara con el sufrimiento que en esos momentos sentía. Adiós mundo, tal vez nos encontremos en otra vida - pensó.

Tenía ya los ojos cerrados y solo oía los gritos y lloros de los Teirakenses, ellos también le querían. Se deleito con el sonido de su público lamentando la muerte cuando un ruido le alejo de ellos y noto como las manos de su contrincante se relajaban hasta soltarle, entonces el oxigeno entro por su boca en un sonada bocanada de aire, y se arrastro como pudo lejos de Alcander aún con los ojos cerrados, y cuando los abrió vio una espada atravesando el pecho del monstruo, dejando su cuerpo inerte y detrás de él una mujer de tez pálida, ojos negros a juego con su cabello y unos labios de un extraño rojizo, debía de ser un ángel y aquel lugar el cielo.

Rena extrajo el arma ensangrentada del cuerpo de aquel monstruo, había llegado a tiempo y por muy poco, pero hay estaba.

-          ¿Estoy en el cielo verdad?... he muerto. – Rena rió ante las palabras del gladiador.

-          ¿Enserio crees que el cielo puede ser parecido a la arena de un coliseo?, equivocado estas gladiador.- Contesto ella extendiéndole la mano para ayudarle a levantarse, el se la cogió encantado y al parecer un poco mareado.

-          El mío si – concluyo con una sonrisa tímida. Se giro para ver en qué situación estaba el público, estaban abrazándose, llenos de alegría, su héroe había sido salvado y ahora también la gritaban palabras de agradecimiento y admiración a ella.

-          ¿Cómo se llama aquella mujer? – pregunto con curiosidad la anciana a Kit.

-          Rena  - dijo él agradecido de conocer ese nombre. La anciana comenzó a cotillear con sus compañeras sobre aquella increíble morena que había salvado la vida a Dennis, de su belleza, valentía, fuerza, estaban asombrados con ella y su nombre iba pasando de oreja a oreja hasta que todo el coliseo comenzó a gritarlo de forma sonora, como lo habían hecho al principio de la batalla con el del gladiador.

Los dos cuerpos de las gradas ya en pie se dirigieron hacía Kit, y saltaron la pequeña muralla entrando en las gradas, donde todas las mujeres intentaban palpar los músculos de Dennis y los hombres querían deslizar sus manos por las caderas de Rena, pero ninguno se atrevió, no era una mujer cualquiera y lo sabían perfectamente, no era difícil de apreciar.

Cuando llegaron el gladiador le extendió la mano presentándose.

-          Creo que no es momento de presentaciones- Dijo Rena señalando a la arena donde Reus miraba perplejo el cuerpo desangrado de Alcander.- será mejor que nos vallamos y hablemos en un sitio más seguro.

-          ¿Yo también? – pregunto sorprendido el gladiador.

-          Claro, no creerías que te he salvado porque soy una de tus fans y tenga mi casa llena de retratos tuyos , ¿verdad? – hizo una pausa y miro fijamente a los ojos del muchacho, que ya no lo era tanto con sus treinta años, era terriblemente atractivo pensó, su rostro parecía tallado en piedra. – Quiero algo a cambio.

-          Pide lo que quieras y será tuyo preciosa. – la broma de aquella tal Rena le había robado una pequeña sonrisa casi invisible.

-          Información.

Un escalofrío recorrió todo el cuerpo de Dennis sabía perfectamente que iba a preguntar, se lo habían preguntado tantas veces, gladiadores compañeros, e incluso su propio amo, y nunca había contestado la verdad, nunca. Prefería vivir en una mentira, y que todo el mundo pensase que había cometido un intento de asesinato hacía Arsen sin motivos, a decir la verdad y que amaneciese muerto en manos de algún caballero oscuro.

Sabía perfectamente lo que tenía que hacer, dejaría que le escoltaran a la salida y les acompañaría allá donde fuesen, y cuando estuviesen dormidos huiría, y todo eso antes de un día. Se iría sin facilitarles ningún tipo de información, sabía que eso era egoísta, ¿pero qué otra alternativa tenía además de la muerte?

-          De acuerdo, tú sácame de aquí, vallamos a un lugar seguro y te daré lo que quieras. – asintió.

-          Entonces vámonos ya de aquí – dijo agarrando a ambos de cada mano al ver que Reus corría hacía ellos para capturar a su casi esclavo, pero ya no les pillaría estaban demasiado lejos. Y pronto dejaron el templo atrás acercándose a Glador, su próximo destino, donde descansarían.

 

 

Bastian se encontraba en una especie de casa amurallada de piedra, frente a un altar, acompañado de todos sus caballeros oscuros y un mago que preparaba un hechizo que permitiría que todos ellos se comunicasen a distancia con Arsen, siempre lo hacían así, jamás le habían visto en persona, pero se lo imaginaba como un hombre fuerte y alto que dominaba todo, tal y como lo hacía con él.

Todo el lugar estaba decorado con motivos a favor a Arsen, banderas con el símbolo de un caballo negro con ojos rojos, que era su emblema y sillas de madera con sillones rojos con el símbolo donde permanecían sentados esperando que la voz de su jefe apareciese atreves de ese hechizo formado por una bola de energía.

Otis le miraba por encima del hombro y él estaba a punto de partirle la boca. Sabía que en cuanto la bola comenzase a transmitir la voz, este aprovecharía para contar, como se había comportado el día anterior en aquella batalla con una mujer, resultando ambos heridos por su supuesta insensatez al no matarla nada más verla y encima haberla curado las heridas. La verdad él tampoco comprendía porque había hecho eso, pero hecho estaba. Su fachada de hielo se había fundido ante la mirada de fuego de esa muchacha.

La bola tomó forma y como era de esperar Otis habló antes que él.

-          Buenas tardes jefe. Debo contarle algo.

-          Habla soldado, no te cortes – dijo la voz de Arsen que tenía gran parecido con el siseo de una serpiente a punto de lanzarse a su cuello para matarle.

-          He de transmitiros la incapacidad de Bastian a la hora de guiar a este ejercito de caballeros negros.- Bastian puso los ojos en blanco y acto seguido le miró repugnado.

-          Continua – le propuso Arsen.

-          Ayer cuando atardecía, nos encontramos a una mujer extraña señor, iba armada hasta los dientes, no tenía un cuerpo débil por el hambre que se pasa en Teirak sino fuerte e  iguaó a Bastian con la espada.

Arsen soltó un sonido de curiosidad.

-          Valla eso si que ha sido una sorpresa – finalizó.

-          Se te olvida un detalle Otis – dijo Bastian a punto de humillar a su ''amigo'' – a ti te venció. Otis quedó en silencio, sin saber bien que decir, se sentía ridículo criticando a su compañero cuando él ni siquiera fue capaz de igualarla.

-          Eso sí que no es una sorpresa – Dijo Arsen con maldad. Nunca había tenido mucho cariño a Otis a pesar de ser su chivato dentro del ejército. Ni a él ni a nadie. – ¿tienes algo más que decir o puedo continuar?

-          Sí señor, Bastian la dejó con vida y la curó sus heridas.

-          Bueno tanto como curar… - le interrumpió Bastian divertido.

-          ¿Qué estúpida acción escuchan mis oídos?, desde cuando el alto mando de mi ejercito se ablanda de esa manera-  dijo enfurecido – no quiero inútiles en los caballeros oscuros, quiero asesinos con sangre fría, pensé que ese era tu punto fuerte Bastian, tal vez me equivoque.

-          Jamás he dejado de tener ese punto a favor señor.

-          Muy bien, demuéstramelo – hizo una pausa pensando cual sería su encargo – mañana os presentareis en Glador, y buscareis a un hombre pelirrojo de mediana edad, es Dennis, el joven que intentó asesinarme, que ha escapado. Seguro que está allí escondido en alguno de los hostales. Averiguar en cual y cuando caiga la noche prenderle fuego así matamos dos pájaros de un golpe. Me demostraras que eres capaz de matar inocentes si yo te lo ordeno y a la vez llevaras a cabo esta misión de asesinato. No puedo permitirme que ese hombre ande suelto por ahí, sabe demasiado.

 

Bastian iba a responder cuando la bola de energía que transportaba la voz desapareció. Pero a pesar de ello, habló para todo el ejército, como si no lo hubiera apreciado.

-          Como usted quiera, amo.

3 comentarios:

  1. Impresionante el momento del coliseo...

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  2. A la expectativa!!! ¿Qué irá a suceder al encontrarse Dennis, Bastian y Rena? ¿Cuál es el secreto que guarda Dennis? ¿Por qué le teme Arsen? Sigo leyendo la historia de Teirak.

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  3. Me alegra que te este pareciendo interesante!
    Muchas gracias por tu apoyo Pierre.
    Un besazo!

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